DESILUSIÓN

El otro día estaba escuchando un programa de radio en una emisora nacional donde se hablaba de la desilusión que tenían los españoles al no encontrar trabajo y ver como su vida es cada vez más precaria.
Para ello se invitó a una prestigiosa psicóloga y la locutora la apremió a que pudiera dar alguna solución a ese problema psicológico que se deriva de no encontrarse ilusionado ante la vida.
La experta en cuestión empezó, como es natural en casi todo estos especialistas, en hablar utilizando tecnicismos de la jerga de su profesión, hasta que la presentadora tuvo que apiadarse de la mayoría de personas que escuchaban el programa y le pidió que hablara un poco más claro, es decir, que todos nos enterásemos de lo que decía.

Lo aceptó con buen criterio la entendida y empezó a clarificar sus palabras. Creo que fue peor todavía, puesto que después de las sandeces y tonterías que se puso a decir hubiera sido mejor escucharla en su propia palabrería técnica.

La locutora, supongo que muy acalorada y con vergüenza ajena, le pidió que se explicase mejor puesto que no entendía bien lo que le estaba contando.
Lo que la experta en aspectos conductuales le dijo en síntesis era que los que estaban desilusionados no estaban canalizando bien su propia frustración en el sentido que no conseguían lograr sus objetivos y por ello llegaban a sentirse desilusionados.
Había que volver a ilusionarse con la vida en general y con la propia en particular, había que empezar a realizar actividades diferentes de las que hasta ese momento se había estado haciendo.
Había que buscarse nuevas cosas que hacer, ir a un gimnasio, de viaje, darse algún que otro “caprichito”, acudir a los estrenos de teatro o de cine, etc., existían toda una serie de posibilidades en las que se podía salir de ese “desilusionamiento”
La verdad que me quedé con la mirada perdida pensando en todas esas personas que por desgracia, conforman el más del millón de familias donde ninguno de sus miembros trabaja, o en los cinco millones de parados, donde cada uno con su propia tragedia personal tienen que combatir la que ellos no han buscado…
Me quedé perplejo al igual que le ocurrió a la locutora, pues así se lo hizo saber a su invitada, puesto que para ilusionarse de la manera que ésta decía se necesitaba siempre algo fundamental para ello: dinero y si no se trabaja, no se gana un salario más o menos digno donde puedes, quién pueda claro, dejar a un lado algo y darse un “caprichito”
Como bien le dijo la presentadora, no creo que todos esos padres y madres de familia, todos esos jóvenes, todos los que en definitiva, se ven desilusionados ante la vida pues lo único que les ha deparado es malo, tuvieran muchas ganas de “cambiar de actitud ante la vida apuntándose a un gimnasio, o asistiendo a los estrenos teatrales o cinematográficos”
Que lamentable es tener que escuchar tantas imbecilidades cuando todos los fines de mes tienes asegurada la manutención de los tuyos, cuando te publican libros “enseñando” a los demás lo que debe hacer, pero nunca aplicándotelo tú mismo.
Llamé a la emisora para poder transmitirle a esa “experta en conducta” lo que pensaba sobre ella y sus soluciones, incluso la invitaba a probar lo que se siente en la cola del paro, cada vez que has de sellar la cartilla y no hay nada para ti.
La llevaría a recorrer los numerosos comedores sociales que se han abierto, que son muchos, desde que comenzó todo este caos de la crisis, y que personas tan ignorantes como ellas aplauden que se abran sin saber qué se siente yendo allí para un trabajador que ha perdido todo.
Le daría una vueltecita por todas esas zonas marginales que existen en cada una de las ciudades de este país, sí también aquí en España señora psicóloga, y que les dijera esas mismas palabras sobre lo ilusionante que es la vida cuando te lo han quitado todo y esos que lo han hecho se siguen enriqueciendo ya sea dentro o fuera de la cárcel.
La llevaría a ver cuántas personas dependientes se han quedado sin ningún recurso económico para que sus ayudantes pudieran seguir llevando esa dura tarea que solo la conocen quienes están ahí, al pie del cañón.
En definitiva, la llevaría a la facultad de psicología donde le dieron el título a que lo devolviera, a las editoriales que le han publicado sus exitosos libros a que le exigieran lo que ha ganado engañando a los demás…
Lamentablemente, esto y muchas cosas más nos está ocurriendo y dicen muchos que decirlo en prensa no sirve de nada, no lo sé, pero no puedo callármelo.
Espero y deseo que no haya tantos expertos en conocimiento de la conducta humana y sí más empresarios y buen gobierno para dar trabajo y verán cómo sus ciudadanos están más que ilusionados.

FERNANDO SARUEL HERNÁNDEZ
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