Y eras tan bonita y no me refiero a tu exterior aunque siempre destacabas por tu belleza y elegancia sino por tu inmenso interior: siempre sabías lo que podían necesitar los que te rodeaban y tenías una solución para cada uno.
La más fuerte, valiente y con un entusiasmo que contagiabas allí por donde ibas.
Animabas a cualquiera con tan sólo unas palabras, con un gesto, con un detalle.
Eras pura bondad, puro corazón y como tal de esas personas que dejan un recuerdo eterno en todos los que te conocíamos.
Eras la mejor compañera de viaje, no importaba el lugar ya que la diversión, la risa y la alegría estaban garantizadas a tu lado aunque tuviéramos algún imprevisto.
Siempre sabías lo que se tenía que hacer y no titubeabas al llevarlo a cabo.
Has sido un ejemplo de vida, siempre luchando por lo que creías, persiguiendo experiencias, ayudando a soñar y a dar consejos. Siempre haciendo feliz a todos los que estaban a tu lado. Así eras, pura magia. A mí, madrina, me has hecho muy feliz desde mi infancia hasta que nos has dejado.
No te olvidaremos nunca porque hay personas que dejan huellas tan profundas que te marcan para siempre.
Tú eres una de ellas.
Eras luz e iluminabas por donde pasabas. Nos dejas en la oscuridad, a solas con tu memoria.
Te queremos y te querremos eternamente.
Dale recuerdos al abuelo.
Siempre en nosotros, siempre con nosotros, en nuestro recuerdo.
Tu ahijada, Tamara.
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