Para celebrar

El jueves 25 de octubre debería ser un día marcado en el calendario como un día en el que algunos huesos podrán descansar más en paz. No me refiero a los de un antiguo dictador. Más bien a los que estaban con él, del otro bando, las víctimas republicanas.

Pacer con tu verdugo no tenía ningún sentido. Menos aún que el verdugo tuviera un monumento. Un monumento a la etapa más vergonzosa de un país. A un tiempo donde se cometieron los mayores crímenes, donde la justicia era sólo una y se regía por la varita de alguien que todo lo que oliera a pensamiento divergente, debía quedarse en una cuneta. La época de los cobardes que te metían un tiro por la espalda porque el diálogo no sabían usarlo.


Más allá de pedir perdón en algún momento, sus familiares maldicen a una ministra por exhumar a alguien que en vida tenía las manos manchadas por sangre de muchas personas.


No se merece ningún mérito. Sus familiares deberían devolver esa fortuna que pertenece a un país no a los que han heredado algo que no fue ganado por ellos. Es como si un presidente del gobierno se quedara con la Moncloa. Raro, raro.

Ojalá la historia te condene al infierno del olvido, porque es lo que se merece alguien que fue capaz de sesgar tantas vidas sólo por cómo pensabas.

Ojalá algún día el conocimiento de la historia sea tal, que a nadie se le ocurra vanagloriar a una época que causó tanto dolor.





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About Fernando y Tamara

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