Hay
personas que son todo corazón. Que se levantan con una razón de ser y es cuidar
de su gran linaje. Siempre preguntando por tus hijos y tus nietos, mil veces
por el abuelo si estabais separados. Pura
dulzura, pero también una mujer con un coraje que no has demostrado hasta
el final de tus días.
Siempre nos vamos a acordar de todo lo vivido a tu lado, de los muchos encuentros que transcurrían alrededor de alguna paella de las tuyas hechas en el fuego de leña, de tus macarrones, tus roscos, tus papajotes, tu leche frita o tus buñuelos. La cocina al final no es más que una muestra de amor hacia los que te rodean y todas tus elaboraciones estaban tan buenas porque en ellas transmitías esa adoración que profesabas a los tuyos.
No olvido el cariño con el que cuidabas a los animales que tenías, cómo le dabas las sobras a los gatos del terreno o cómo te encantaban las plantas y todas lograbas que florecieran y entiendo el porqué, porque tú tenías en el alma la primavera y repartías color, y alegría por donde pasabas. En mis oídos siguen escuchándose tus canciones o tus dichos, con esa gracia que creo que ninguno hemos heredado.
Tu nombre, Carmen, significa en latín poema y eso eras tú: la personificación de un poema ya que tus sentimientos, tus emociones para con los demás dejaban huella como los mejores versos de una obra.
Ahora has emprendido un camino en el que te reúnes con el abuelo y Patry, dos estrellas que te faltaban. Los tres nos miraréis desde muy arriba y nos cuidaréis en la distancia.Danos
fuerzas para seguir la senda y mantener a la familia siempre unida por encima de cualquier cosa.
Si pudiera parar el tiempo, lo haría en un día en el que todos estuviéramos reunidos en la Casilla, junto al fuego, porque en el pasado no nos faltabais. Por un presente en el pasado, aunque sea en el de los recuerdos, donde siempre permanezcáis con nosotros, en nuestros corazones.
Te querremos eternamente, abuelita. Cuida
de Pichulín y Patry y dales un tan ansiado abrazo.
Fdo. Tamara
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