A finales de la década de los noventa del siglo pasado en la ciudad de Málaga había un buen número de ciudadanos que desarrollaban una gran labor en pro de la cultura no sólo de la ciudad malacitana, sino también en general.
Son los años en los que Málaga empieza a cambiar positivamente mirando de cara a la cultura. Es cuando se empiezan a fundar lugares donde poder celebrar exposiciones temporales y permanentes. Donde se celebran importantes congresos y seminarios dedicados a la Historia, la fotografía, la pintura, la escultura, la poesía, el relato, el cine, el teatro, etc., resurgen lugares como el Ateneo o el Liceo de Málaga.
Ahondando un poco más en el tema literario había una Agrupación que empezó a destacarse quizá un poquito más. Me estoy refiriendo a la Agrupación Poético-literario Ana León Ramos, que ya llevan más de veinte años en escena, y que han desarrollado y siguen en ello una serie de actividades para la difusión de la Málaga literaria.
Un buen número de escritores, poetas en su mayoría, dan forma y sentido a este grupo y su peculiaridad más conocida es reunirse en la popular Plaza de la Merced, al lado del monolito dedicado a aquel general Torrijos que murió fusilado en las playas malagueñas en nombre de la libertad, así como también se reúnen al lado de la Casa natal de Picasso, otro malagueño ilustre.
Pues bien, el que esto les escribe también pertenece desde hace mucho tiempo a esta Agrupación y evidentemente sé de primerísima mano cómo son los miembros de la Agrupación poético-literaria-
Hoy quiero detenerme en un hombre que durante muchos años ostentó quizá uno de los cargos más problemáticos en cualquier asociación y menos reconocido, que no fue otro que el de Secretario.
Me estoy refiriendo a mi buen amigo Alfonso Gil Ruiz, hombre campechano donde los hubiera, con un estilo en hacer sus sonetos que recordaban muy bien a aquellos escritores del Siglo de Oro de las letras españolas.
Alfonso se nos ha ido. Hace muy pocos días partió después de luchar contra el “asesino silencioso” que tantas vidas se está llevando, como es el maldito cáncer. Quiero recordarlo aquí no sólo diciendo que era muy buena gente y demás cosas buenas, que las tenía y muchas, sino quiero contarles que él estuvo enrolado en su juventud en el Juan Sebastián Elcano, dando unas cuantas vueltas al mundo, recalando en Melilla también.
Su estilo sobrio en la escritura lo mezclaba con la belleza de su ciudad natal, Málaga, así como sus descripciones de la misma, contándonos en verso parte de la historia malacitana.
Alfonso tenía una particular forma de reír, de ser un guasón a su manera, pero sin mal intención alguna, todo lo contrario: pues era él la caballerosidad toda en su forma de hablar y de hacer.
Querido Alfonso, hemos compartido numerosos momentos de buena poesía, de buena compañía y por qué no decirlo, de buenas comidas juntos, donde la conversación salía a borbotones y nunca era pesado.
Ya te has ido y quiero desde esta página hacerte un pequeño homenaje y bueno decirte que te habrás reunido con otros amigos y buenos compañeros que también nos dejaron como Francisco Ruiz, Enrique Ortega, María Tirado o Angelita Yagüe, y otros que también comparten el escenario literario de allá donde estéis. Bien seguro estoy que estaréis organizando ya reuniones literarias y aportando vuestro grano de arena para que la cultura literaria y el conocimiento de Málaga siga difundiéndose por allá.
Ha fallecido Alfonso Gil Ruiz, un caballero, un poeta, mi amigo. Descanse en paz.
FERNANDO SARUEL HERNÁNDEZ
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