¿VERDADES HISTÓRICAS?


En estos días de Semana Santa, de nuevo se vuelven a plantear cuestiones sobre la vida y obra de Jesús de Nazaret. Dos corrientes principales siguen la controversia sobre la verdad o no de que este personaje existiera, o sí lo hizo, de que realmente dijera o hiciera lo que según muchas fuentes, históricas o no, dicen que hizo y que dijo.
Todas y cada una de estas corrientes son aceptables siempre que lo hagan desde el respeto por lo que opinan algo distinto. Este que escribe estas líneas va a intentar alejarse y ver las cosas desde otra perspectiva más neutral intentando dar razones fundadas sobre cada una de las opiniones aquí en liza.
Primero podemos empezar diciendo cuál es el punto de unión entre todas las corrientes. Todas están de acuerdo en que un hombre llamado Jesús vivió sobre el siglo primero de la llamada nuestra era, y he aquí otro punto en común, pues en el calendario occidental, también llamado gregoriano, se acepta que hay dos temporalidades: una anterior al nacimiento de Jesús y otra después de este hecho.
Sabemos que otras confesiones religiosas se rigen por calendarios diferentes, pero siempre según algún hecho de sus profetas o iniciadores de esa religión o religiones. Sin embargo, a pesar de ello, se ha establecido el calendario oficial el que hace referencia a Jesús. ¿Por qué no se puede seguir otro y sólo se sigue en el interior de cada comunidad religiosa? ¿Esto puede ser un hecho más de la importancia que tuvo ese hombre hasta el punto de crear un calendario común al mundo entero?
Hasta este momento lo que hemos dado han sido verdades incuestionables,  puntos de encuentro entre todos los que piensan algo diferente. A partir de aquí pueden surgir otras preguntas interesantes como por ejemplo: ¿qué hace que Jesús sea considerado como alguien real? ¿No podía haber sido alguna invención de las muchas que se han dado a lo largo y ancho de la Historia?
Cuando alguien intenta hablar del llamado Jesús histórico, aquí sí se empiezan a hacer cuestionar esa existencia, luego se cae en una contradicción, ya que si al principio hemos afirmado en su existencia real ¿por qué no se cree que históricamente existiera?
El apelativo “histórico” ¿es símbolo de falsedad? Y a partir de aquí iríamos a preguntarnos más cosas como ¿todo lo que se dice histórico en qué se basa para que algo sea cierto? ¿Quién nos dice que algo existió históricamente hablando si la persona que lo hace no vivió al lado de Jesús? ¿Cuál es el método en que se basa para demostrarlo? La respuesta sería: los documentos escritos, gráficos y por supuesto, orales.
Pero ¿y si quien escribiera esos documentos, se los inventaba? ¿Y si quien era preguntado decía lo que sentía y quería creer y no la verdad? ¿Quién nos puede decir cuál es la certeza de esas pruebas?
Son cuestiones a las que los historiadores han de enfrentarse siempre, no sólo en lo que respecta a hechos pasados, sino también en lo que ocurre en la actualidad en la que viven.
Sin embargo, si creemos que, por ejemplo, los que escriben en las sesiones del Congreso, dejan fielmente reflejado lo que se ha dicho en una sesión, ¿tendríamos que dudar de ello? ¿Tendríamos entonces que dudar de todos y de todo? ¿Dudaríamos también de lo que como decía Descartes, vemos y sentimos, pues puede que lo hagamos en sueños y la verdad podría ser otra diferente?
Entonces, podríamos decir que ninguna versión de nada sería la verdadera, es decir, no sería verdad la que esgrimen los seguidores de Jesús, ya que se duda de lo que dicen, pero de la misma forma tendríamos que dudar de la verdad de aquellos que dicen que Jesús ni dijo ni hizo las cosas que se dicen que hizo y dijo.
¿Dónde estaría el límite de esas verdades? ¿Se vive en un mundo ficticio? 




FERNANDO SARUEL HERNÁNDEZ
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