Su niñez fue sesgada por la experiencia de una contienda. Como otros niños de la guerra, este hecho se reflejaría no sólo en las temáticas de sus escritos sino, también, en la formación de una personalidad que hallaba en la escritura un desahogo existencial: la construcción de otra realidad que no era la suya pero tenía mucho de ella.
Recuerdo mi primer contacto con la obra de Ana. Fue con Primera memoria un libro donde se mezcla el amor y la ternura, el odio y la represión, todo ello narrado a través de la mirada de unos niños que están empezando a entrar en el mundo de los adultos y de sus mezquindades. Leyendo esta novela uno intuye cómo disfrutó con su elaboración. Se inmiscuye a la perfección en la psicología de los personajes recrea descripciones que te empujan hacia el interior del relato y, todo ello, con una prosa de una claridad y pulcritud excelente.
No debería ser noticia el recibimiento en el matiz de sorprender a nadie que le otorguen el premio más importante de las letras españolas sino el porqué no lo había recibido antes. Mucho antes.
Felicidades, Ana. Ya era tuyo hace demasiado.
TAMARA GONZÁLEZ CUEVAS
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