PROHIBIDO TOCAR LOS ALIMENTOS

En este país nuestro llamado España, tenemos algunas cosas que nos diferencian de los demás, algunos intelectuales más renombrados ya nos han dicho eso, por ejemplo, el propio Ortega y Gasset nos decía que los españoles éramos unos “aristofóbicos”, por el sólo hecho de no aguantar que otros de nuestros paisanos
puedan triunfar en la vida, es decir, el pecado capital casi más venenoso que cualquier letal veneno: la envidia.
Asimismo,  Antonio Machado ya preveía que algún día regresarían a España los males, pero que, por desgracia, no pudo ver ni tampoco se está produciendo.
Y digo todo esto porque todas estas posturas “cuasi” filosóficas son muy aplicables al día a día. A la vida cotidiana de todos nosotros. Podríamos poner muchos ejemplos, pero hoy quiero centrarme en uno del que hace mucho tiempo veo y que no se remedia.
Saben que en los distintos mercados de nuestra ciudad hay unas normas que hemos de seguir todos, los que venden sus productos, los que compramos, etc., sin embargo, podemos comprobar que hay una serie de individu@s que no respeta nada.
En todos estos mercados hay colocados unos letreros muy grandes que hacen referencia a la prohibición de tocar los alimentos con las manos, en todos estos mercados hay oficiales que están allí para controlar que se respeten las normas, pero cuál es la cruda realidad, la única que el español hace gala y es hacer lo contrario a lo que las normas establecen.
En este caso, cuando vas a comprar algo de verdura o fruta te encuentras a toda una serie de personas (por llamarlas de alguna manera educada) que no hacen otra cosa que coger por sí mismas las bolsas de plástico y empezar a manosear toda la fruta y la verdura.
He sido testigo de cómo los encargados de los puestos les han recriminado para que no hicieran tales perjuicios, sin embargo, todo lo dicho ha caído en saco roto.
Asimismo, algunos ciudadanos, como el que les escribe, también ha criticado esta actitud, pero hemos sido ninguneado. Lo peor de esto, es que ha sido la propia administración la que ha rehusado a intervenir, echándoles “la pelota” a los vendedores.
En su momento, me dirigí al oficial de mercado de turno y allí me dijo que el problema no era suyo y si yo tenía alguna pega que pusiera una reclamación, cosa que hice y la administración me contestó que los únicos responsables eran los que tenían los puestos.
Entonces yo me pregunto para qué están estos oficiales de mercado. Porque en la plaza que yo transito más a menudo dichas personas suelen estar dentro de la oficina o fuera del mercado hablando tranquilamente con otros, mientras que dentro puede pasar cualquier cosa. Evidentemente, esta situación tiene una solución sencilla: que estas personas controlen lo que allí pase y que nuestra querida administración no se lave
las manos como siempre hace.
Amén de todo lo anterior, ni que decir tiene que si los ciudadanos nos comportáramos como tales, no creo que se produjera nada de lo aquí narrado. Es necesario respetar los valores en general.




FERNANDO SARUEL HERNÁNDEZ
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