En los tiempos que corren, hay quienes no aceptan la condición de la igualdad como la vital para convivir. La historia ha desfavorecido a la mujer en cuanto a derechos, sin embargo, el paso del tiempo ha ido permitiendo el posicionamiento cada vez más equitativo de mujeres y hombres.
De este pensamiento surgen iniciativas que pretenden concienciar a la sociedad de la necesidad de hallar este equilibrio entre las personas. Una de ellas tendrá lugar el viernes 21, en muchas ciudades del país.
Su implicación quiere ser un ejemplo y una muestra de la existencia de hombres que creen y defienden la igualdad, y consideran que un cambio en la sociedad orientado hacia ese camino de abertura de miras y de interiorización de la no supremacía de un ser por su sexo, es posible y necesario si se desea seguir progresando. Ese avance sólo se puede conseguir si corre paralelo de un abandono de la violencia pues ésta no tiene justificación posible en ninguna de las vertientes en las que puede aparecer: ni física ni psicológica. Nada, absolutamente nada, la justifica y su empleo cuestiona no sólo al individuo que la ejerce sino a toda la sociedad que lo envuelve.
Habrá "ruedas de hombres" unidos por esta causa en muchos otros lugares de España. Es un tema que preocupa. Comprensible si se considera que hace temblar los cimientos de la educación, la convivencia, la justicia, la cultura y un largo etcétera que engloba todo aquello que nos mantiene unidos como grupo. El crear un ser que ejerce violencia de sexo nos deriva a preguntarnos qué falló de los elementos citados para acabar convirtiéndose en ello.
Cada paso que demos en el camino hacia equiparación de sexos, nos aleja de las personas que aún no han comprendido que todos somos seres con un sentir, con unas metas y que el segmentar por sexos sesga la realidad y sesga a la persona que no debería estar vetada de algo que es inherente a ellas, como es la naturaleza que te ha tocado.
Una vez más la empatía juega un punto clave en este avance, si más hombres y mujeres emprendieran actos como los de este viernes o, simplemente, pensaran en lo que supone la violencia de sexo para quien la padece directamente y los que lo sufren indirectamente por ser familia, amigos o conocidos de la víctima, estaríamos llegando al final del sendero.
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