NOVELAS

Las narraciones que cuentan hechos históricos o, al menos, se aproximan a la realidad histórica de los hechos que pasaron, son llamadas también novelas históricas.
En ellas, los escritores intentan relatar acontecimientos llenos por lo general de intriga, acción e incluso, misterio, todo ello salpimentado de aquella realidad que posiblemente pasó o quizá no.
De ahí que sea novela pues se tiene la facilidad de inventar y de llevar a lo supuesto lo que en realidad se quiso que ocurriera, pero que no pasó.
Grandes autores de este subgénero narrativo hay en el panorama internacional de las letras, algunos de ellos españoles. Y es, precisamente, en  uno de ellos en que vamos a detenernos unos instantes, para hablar de una de sus obras noveladas que quizá ha pasado algo desapercibida, pero que a los devoradores de este subgénero, ha sido difícil que traspasara sin pena ni gloria.
José Luis Corral, profesor de Historia de la Universidad de Zaragoza, es el autor del que vamos a hablar y a propósito de su novela histórica “El caballero del templo”
Estudioso de la época medieval española y más en concreto de la Corona de Aragón, Corral nos lleva a ese mundo que supuso la parte final de una de las órdenes militares que más ha dado que hablar y seguirá dando, pues siempre se ha rodeado de un falso misterio y leyenda, cuando la realidad siempre ha estado ahí y es bien sencilla.
Nos referimos a la orden del Temple, los caballeros templarios, aquellos monjes guerreros que rodeados de un aura de misterio y cuya regla normativa era bien conocida, así como sus funciones: en un momento en el que los peregrinos que se encaminaban a los llamados santos lugares, estaban en peligro por los caminos solitarios y perdidos desde la zona de la Europa conocida hasta llegar a Tierra Santa, donde culminarían su andar para llegar a conocer in situ el lugar del nacimiento y muerte de Jesús de Nazaret.
La orden del Temple se fundamentó en la protección de estos caminantes y los lugares por donde pasaban, así como ser guardianes del Santo Sepulcro de Jerusalén.
A partir de ahí, todo lo demás que se ha dicho, que se ha escrito, es pura leyenda, a excepción de momentos puntuales en los que tuvieron que llevar a cabo el desarrollo de su regla, ya sea en el campo de batalla, como en la retaguardia.
José Luis Corral nos relata con magistral sabiduría, los últimos años de esa orden que llegó a ser y todavía en algunos períodos de la historia contemporánea lo es, una orden maldita.
Maldita no sólo por su peculiar origen, donde sólo nueve caballeros venidos de la Europa cristiana, pretendían defender los santos lugares, sino también maldita en cuanto que fueron grandes estrategas, resolviendo a favor de muchos reyes cristianos la reconquista de sus territorios, como así pasó en España.
Maldita orden, que fue sujeto de envidias de los poderes establecidos tanto temporales como espirituales, y que llevó a su trágico final o, quizá más bien podamos hablar de vil interrupción, pues está bien documentado que muchos de sus componentes siguieron llevando a escondidas la regla de la orden, bajo otros nombres, en muchos países de la Europa cristiana de aquella época.
Corral, nos habla a través de un personaje que desde un principio ve la orden como el ideal caballeresco que debía seguir y que suponía un momento de cordura ante tanta devastación como se estaba dando en aquella Europa convulsa del Medievo.
Personaje que en un momento determinado será testigo de los acontecimientos que llevaron a la orden a su aparente desaparición.
A la vez se le dará una misión, quizá la más difícil que caballero templario pudiera tener en aquellos momentos: ser el custodio del Santo Grial.
Tema este muy recurrente en la historiografía novelada del Medievo, donde mejor se plasman en las leyendas artúricas, o del Rey Arturo y sus caballeros de la Mesa Redonda a poseer y defender el cáliz donde Jesús de Nazaret celebró su Última Cena.
Por eso, esta novela le da un nuevo giro al Grial y como se cuenta y de hecho existe, el que una copia del mismo está custodiada en la Catedral de Valencia, curiosamente, lugar que fue reconquistada a los musulmanes por el rey de la Corona de Aragón, y muy probablemente comandados por caballeros del Temple, sin olvidar lo que el Cid realizó por supuesto.
En esta novela también nos relata una de las supuestas misiones que los templarios dicen que hacían y parece estar bien documentadas: sus misiones como espías, que llevan por ejemplo, al protagonista de la novela a introducirse en elementos tan diferentes a su orden como mercader catalán o mercenario almogávar, por cierto un tema que está muy verídicamente tratado, pues se relatan los hechos de armas últimos de Roger de Flor, que si empezó como sargento templario, se hace fuerte y líder de aquellos fieros guerreros catalanes y aragoneses: los almogávares.
Por lo tanto, una novela repleta de muchos atractivos y que gustará a los seguidores de los templarios, así como a todos aquellos que gusten del género de espías y de acción y misterio.
José Luis Corral hace una muy buena radiografía del por qué se acaba con la Orden del Temple: la maquinación y conjura del ambicioso rey de Francia en connivencia con el papado y la iglesia de Roma, aquella que doscientos años antes enalteció a los templarios.

FERNANDO SARUEL HERNÁNDEZ
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