En los últimos tiempos estamos comprobando cómo es el funcionamiento de la justicia en este país llamado España. Si nos preguntaran sobre cómo va ese apartado tan importante a los ciudadanos, estoy seguro casi al cien por cien que la respuesta mayoritaria sería muy mal.
Ejemplos de injusticia los ha habido en todas las épocas, no es nada nuevo, sin embargo, la desfachatez, la poca vergüenza y la inseguridad con la que se siente totalmente este pueblo es abrumador.
Ahora nos sentimos defraudados con la mayoría de las actuaciones de los magistrados y jueces que adornan las diferentes salas de la administración de justicia. Puesto que sus sentencias en nada van acorde con la realidad en la que se dan los casos.
A esto hay que añadir que si la justicia es ciega la nuestra es tuerta, es decir, ve lo que le interesa, interpretan casi al libre albedrío y sin tener en cuenta para nada los principios más básicos de una sociedad democrática y por ende una sociedad basada en un verdadero estado de derecho, circunstancia que en la actualidad no se da en España.
Podemos ver cómo desfilan ante nuestros ojos infinidad de gentuza que se sabe a ciencia cierta que han hecho el mal, pero que tienen como es lógico sus derechos y éstos son los únicos que valen, mientras que los de los ciudadanos honrados son pisoteados y peor aún, se consiente por parte de la mayoría de los tribunales que así se haga.
Cada día nos cuesta más trabajo creer que cuando un asesino confeso, se pone delante de un juez, sea declarado culpable con una pena que cumplir dura, pues casi nunca se cumple.
El resto tenemos que mirar cómo eso ocurre y nada, absolutamente nada, podemos hacer ante ello, puesto que si usas en demasía tu derecho te pueden detener y condenar por ello.
Cuántos casos como el de Marta del Castillo siguen sin resolver, cuántos delitos de fraude de gerifaltes financieros y políticos quedan en nada o a lo peor en una leve falta que se soluciona con una diminuta multa, cuántos ciudadanos no se atreven a denunciar muchos hechos por temor a la propia justicia. Deleznable, pero real.
Estamos siendo partícipes de comprobar como, por ejemplo, un juez de guardia no está en su sitio, pues encima los propios abogados te dicen que no es obligación que esté en su despacho, pero sí debe de estar disponible y sin embargo, no lo está. Cuando el resto de trabajadores tenemos que hacer guardia, a ninguno se nos ocurre faltar en nuestro sitio, entonces me pregunto ¿por qué los magistrados, jueces, secretarios judiciales y demás si pueden ausentarse sin más?
Si reclamas eso, los abogados te dicen que mejor no digas nada porque tu caso puede irse por otro derrotero, ya que el juez o magistrado pertinente puede hacerlo y lo peor de todo: no pasa nada.
¿Hasta dónde vamos a llegar con estos hechos? ¿Por qué la administración de justicia es tan lenta e ineficaz y sin embargo, la Agencia Tributaria funciona como un reloj suizo?
Otra cosa muy curiosa es cuando te dicen: “pues vaya a Madrid y denuncie ese hecho ante el Consejo General del Poder Judicial” y te quedas con cara de tonto, sobre todo cuando sabes que ese organismo no es independiente, puesto que sus miembros son escogidos por los políticos, aquí tenemos otra gran brecha en nuestro estado de derecho que es muy fácil resolver, pero que a los que mandan no les interesa hacerlo.
A los ciudadanos de a pie que somos los que estamos sufriendo estas afrentas y que encima sostenemos sus sueldos, nos quedan dos alternativas ante eso: quedarse quietos y mirar para otro lado o dar un golpe fuerte en la mesa y decir en voz bien alta que ya está bien, que si los abogados no son capaces de denunciar estos hechos, seremos nosotros quienes los haremos haciendo conciencia común y pacífica hasta que se nos escuche.
Por último diré que no me creo nada que faltan recursos para que la administración de justicia marche mejor y con más recursos humanos, porque vuelvo a la anterior pregunta ¿por qué para hacienda sí los hay?
FERNANDO SARUEL HERNÁNDEZ
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