SARAMAGO

Ha muerto José Saramago. Ha muerto un rebelde, un inconformista, un hombre que quizá se adelantara a los demás que vivían en su momento.
Hombre de origen humilde, de padres campesinos y sin posibles, dicen que esta situación marcaría ya su carácter crítico hacia la sociedad en la que vivía. Trabajó bien pronto, pues no pudo terminar los estudios y sin embargo no por ello, no supo rentabilizar el hecho de haber aprendido a leer y escribir, puesto que en sus momentos (pocos) libres que le quedaban se leyó casi todo lo que existía en la biblioteca pública.
A partir de ahí, comienza a escribir pequeños artículos y unas primeras novelas que o bien no tendrán ninguna repercusión o bien ni siquiera se publicarán.
Esto hará que no vuelva a escribir nada novelesco, hasta veinte años más tarde, en 1966 publica un poemario, casi el único en su carrera, con relativo éxito.
Para entonces ya se había consolidado en él una actitud contraria a lo que se vivía en ese momento. Entró en el partido comunista portugués tres años más tarde y es censurado en la dictadura de Salazar.
Pero su espíritu libre le hace colaborar en la llamada Revolución de los Claveles, que consiguió llevar la democracia a Portugal y es entonces cuando se dedica plenamente a su actividad literaria, creando numerosas obras de diferente factura: novelas, crónicas literarias, colección de artículos, etc.
Sin embargo, será esa misma Portugal democrática la que se portará con una mayor censura sobre el escritor, pues cuando publicó la novela El Evangelio según Jesucristo en 1991, supuso un gran revuelo en todo el país y quizá esto le llevara a la fama internacional.
Es entonces cuando al ver que lo censuraban a él que siempre había defendido la libertad, se autoexilia en Lanzarote, hasta su muerte el día 18 de junio pasado. A partir de ahí, escribe su novela más famosa El ensayo sobre la ceguera en 1995 y que le supuso estar muy reconocido no sólo como gran escritor, sino además como un hombre de pensamiento fluido y lleno de sapiencia, con una filosofía de la vida que le hacía ser totalmente opuesto a muchas corrientes que en ese momento se daba en el mundo.
Dos años después, en su novela Todos los hombres, hace gala de su escritura diferente, pero no recargada y casi autobiográfica, pues recuerda sus momentos en los que trabajó para la administración, pues el protagonista de la obra que trabaja en un archivo, encuentra una ficha de una mujer que le subyuga y sin saber muy bien el por qué, se enamora y sale a buscarla, sabiendo de antemano cuál sería el final de su pequeña odisea.
Tuve la suerte de encontrarme precisamente con esta novela y degustarla, convenciéndome que estaba ante un gran observador del comportamiento humano, quizá el verdadero, pues no es ningún héroe, no le pasa nada extraordinario, sólo vive su vida como puede, como le dejan, que no es poco.
Desde aquí vaya este pequeño recordatorio sobre alguien que quiso vivir en libertad, sin ataduras y que para conseguirlo, se tuvo que autoexcluir de lo que llamamos sociedad para poder salir adelante y llegar incluso al reconocimiento internacional, con la entrega del Premio Nobel de Literatura en 1998.
Antes de hablar de él, les recomiendo que lean sus obras o, al menos, alguna de ellas, pues estoy seguro que no les dejará indiferente.
Y a ti te lo digo, Daniel Barroso, espero que te guste Saramago cuando lo leas, te recomiendo la penúltima de ellas El viaje del elefante, la forma en que está escrita te hará ver la literatura con otros ojos, y gracias por seguir todo lo que este humilde caballero Templario saca en estas páginas.


FERNANDO SARUEL HERNÁNDEZ
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