Estupor y temblores es una novela breve que uno empieza en cualquier lugar (un avión, una espera, una noche lluviosa...) y la acaba no mucho después y casi de un tirón puesto que su argumento va in crescendo en el atrapamiento del lector. De trama sencilla y autobiográfica nos explica el choque cultural entre occidente y oriente centrándose en una parcela concreta: el mundo empresarial.
Amélie es una joven belga, nacida en Japón, contratada durante un año por la empresa Yumimoto. La suerte de la protagonista no será muy halagüeña e irá bajando escalones profesionales a medida que avanza el año. La espiral descendiente en la que entra le lleva desde servir café hasta acabar limpiando baños.
El libro nos muestra la rigidez y el encorsetamiento de un régimen autoritario y jerárquico de una empresa, extrapolable a cualquier otra del lugar, en el que el trabajador ha de tener iniciativa cero y someterse a los imperativos de todo superior sin cuestionarlos por absurdos que sean. La salida de lo que se podría llamar educación laboral que tienen asumida e interiorizada allí, supone caer en la reprimenda, en la humillación y en el castigo. "Estupor y temblores" es la fórmula que define lo que debe provocar la Autoridad en sus súbditos.
Un aliento nuevo palpita en las páginas de esta nouvelle, un mundo distinto y distante para los que no están acostumbrados a sumergirse en culturas tan diferentes, sino a otros sistemas cuyos conocimientos nos son más próximos. Se desprende también de ellas un humor nervioso y juvenil que brota de las situaciones surrealistas en las que se ve inmersa Amélie y que extrae dramatismo de la realidad que vive diez horas diarias.
Mientras mi avión aterrizaba, yo pasaba la última página del libro. Pese a que regresaba de un país occidental que poco distaba del mío, me quedó el regusto de pensar que venía de mucho más lejos, de un viaje de muchos más kilómetros aunque éstos fueran mentales.
TAMARA GONZÁLEZ CUEVAS
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