HABLEMOS DEL TABACO

Quisiera empezar este escrito aclarando que este que les escribe nunca ha fumado, aunque no sabe si en un futuro lo hará, y que me molesta el humo del tabaco.
Asimismo, a lo largo de mi vida laboral, he tenido muchos y graves problemas con el asunto del tabaco, porque había junto a mí una serie de compañeras que no dejaban de hacerlo, cuando por un Real Decreto de hace años, en ese lugar no se podía fumar, pero sin embargo, lo hacían de una manera impune.
Les pedía con toda la educación del mundo no que dejaran el cigarrillo pero sí que se lo fumasen en la calle, que total de la oficina donde estábamos hasta allí distaba sólo unos metros. Pero como el ser humano es “tan humano” (permítaseme la redundancia), pues lo que hacían era todo lo contrario: fumar más y si podía ser a mi lado, mejor, aún sabiendo estas “queridas personas” que el que estaba a su lado tuviera alergia.
Hasta tal punto llegó la situación que por exigir mi derecho de no fumador y más todavía por mi salud, me tildaron de fascista, sí como lo leen, ellas que saben quienes son y que seguro estoy de que estarán leyendo este artículo, me calificaban de esa manera y al final tenía que optar por salirme a la calle mientras ellas terminaran de hacer “su tarea fumadora”, porque la tarea laboral casi nunca la hacían, que eso es para otro artículo.
En fin, después de plasmarle una de las numerosas anécdotas que este Caballero Templario le ha ocurrido a lo largo de su vida laboral, pues hace ya algún tiempo se puso en funcionamiento la llamada Ley antitabaco.
Verán. Uno es partícipe, como casi todos los ciudadanos racionales de este país, en que el consumo del tabaco perjudica la salud, pero también es muy curioso ver a una buena parte de todos esos señores que desarrollan su actividad como médic@ o enfermer@ que hacen caso omiso a lo que les prescriben a sus pacientes… y sino pueden darse una vueltecita a casi todos los hospitales de España y podrán comprobar cómo es la sala de estar de enfermería: prácticamente abre uno la puerta y es disparado por el humo que allí se acumula de tanto fumar.
Ahora de ahí a que se obligue literalmente y por ley que no se fume lo veo más absurdo todavía, por una sencilla razón: la prohibición trae consigo más consumo y por desgracia de peor calidad.
Esto que acabo de decir ya se está dando. Ahora las grandes marcas de tabaco no van a perder dinero por esta medida, sino que incluso van a hacerse un poco más ricas porque están sacando al mercado unos paquetes de tabaco más barato, con nombres extraños y que un estudio científico de sus componentes ha demostrado que llevan poco de tabaco y mucho más de sustancias químicas, lo cual redunda en una adicción mayor y por ende, en un consumo mayor, con lo que la Ley antitabaco no habrá servido para nada.
Es curioso como este hecho del “odio literal” al tabaco, venga precisamente de un lugar donde más se vende y sobre todo donde están las grandes empresas de tabaco, es decir, Estados Unidos. Y si se han dado cuenta hasta en las películas que hacen el personaje del malo o desequilibrado fuma y mucho, mientras que el del bueno no lo hace, ahora eso sí, beben como cosacos.
Que esa es otra. El alcohol. Porque según tengo entendido la Señora Ministra de Sanidad, quiere realizar otra ley contra el consumo de alcohol, por lo que si estos señores están en contra de lo que hacen los americanos, no entiendo el por qué también van a hacer otra “Ley Seca”.
En definitiva, como decía una buena amiga que iba fumando por la calle, dentro de poco “se nos pondrá también candados en las puertas del dormitorio para no poder hacerlo…”, ustedes me entienden.
Mi última reflexión es la siguiente: todos estos señor@s que elaboran estas leyes, ¿seguro que ellos no fuman? Permítanme que me quede con ese interrogante, porque no me lo creo. ¿Y ustedes?
Seamos más cívicos, preocupémonos por la sanidad en serio, que falta le hace, y seamos todos nosotros más tolerantes sabiendo que si al que está tu lado quiere fumar que lo haga, pero éste también sepa que puede hacerlo sin molestar al otro.

FERNANDO SARUEL HERNÁNDEZ
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