REFLEXIONES

Es joven. Muy joven, desde la perspectiva del autor que escribe estas líneas. 22 años. Sin embargo, ha vivido más de lo que se espera en alguien así.

Se autoexilió puesto que lo necesitaba. Ella pensaba que no era fácil poder vivir día a día con alguien que la había criado en la moral imperante. Ella necesitaba salir de esa asfixia que se le imponía. Quería ser libre. Y lo fue.

No se dirigió a un lugar cercano, no, se fue al otro extremo del mundo, quería poner tanto espacio de por medio del que nunca había imaginado.

Pero las noticias de su abuela le llegaban regularmente, pues ella le dejaba las señas allá por donde marchaba. En el fondo, no quería desconectar. Sabía que aquella mujer ya entrada en años la había criado, la había llevado por “el buen camino” como ella decía.

Sabía además que era la única persona en el mundo, en su mundo, que le hablaría siempre de su madre, o, por lo menos, lo intentaba, ya que ella se quedaba con ganas de saber más, pero no quería decírselo muy claro para no hacer notar que flaqueaba ante su insistencia.

Sólo supo cuánto la echaba de menos, cuando aquello pasó. No creía que le ocurriría a su abuela también. Lo había oído en algún programa de radio o televisión, lo había leído en alguna revista especializada cuando fue a alguna consulta médica. Pero no lo había vivido.

Perdía la memoria rápidamente y la dejó a oscuras en medio de un día gris. Sola. Justo lo que ella no deseaba. Estaba sola en el mundo ya. Pero de repente, fue precisamente su abuela la que le introdujo sin ella saberlo en descubrir quién fue su madre y a través de ella, pudo saber, hablar incluso con su padre, ese hombre que sabía que una vez estuvo, pero del que nunca supo nada.

En este viaje iniciático, comprobará que ningún ser humano está solo en el mundo, aunque a veces creamos que así sea. Siempre habrá alguien que te llevará con un gesto, con una palabra, con una mirada a ver que todo lo que tú piensas no es la verdad absoluta y que por muy mal que lo estés pasando, siempre es cierto ese dicho de que “no hay tormenta que dure cien años”

Esto puede pasarle a mucha gente, pero sucede en dos de las novelas más auténticas que he leído. Las dos son obra del buen hacer de una escritora italiana, Susanna Tamaro, la primera de ellas, “Donde el corazón te lleve” y la segunda parte, “Escucha mi voz”, son un claro ejemplo de realidad literaria bien contada, sin ambages, sin artificios.

No son muy extensas, pero te atrapan desde el principio hasta el final y lo curioso es que no es nada de acción, ni misterios ni de vampiros ni histórica, es de la vida misma.

De tu vida y de la mía. Es verano y es la época donde este humilde caballero del Temple, intenta leer con más fruición esas obras literarias que uno va dejando aparcadas por diversas cuestiones. Ahora es un buen momento no sólo de disfrutar de unas merecidas vacaciones, también hay tiempo para deleitarse con buena literatura, o por lo menos, con obras literarias que a cada uno le guste, claro.





FERNANDO SARUEL HERNÁNDEZ
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About Fernando y Tamara

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