DIENTES DE SANGRE

Mucho. Poco. Es cuestión de perspectiva como todo. Comprar un souvenir puede ser insignificante. Pensar en dos toneladas altera nuestra consideración. Esta última cantidad es la que han incautado en un país de África que abolió la permisión de vender marfil acordada por  la Convención de Comercio Internacional de Especies en Peligro. Su objetivo: la venta. Su destino: países con un alto grado de turismo. Los interesados: los susodichos individuos que emprenden un viaje y desean traerse algo que creen exótico y bello.
Desde el sillón de cualquier casa de los continentes llamados de bien, demasiados piensan que es una salvajada asesinar animales por extraerles alguna parte que sólo beneficia al hombre en sus deseos del gusto, de poseer algo bonito que viene de lejos y que ha costado de conseguir. Creen que las autoridades hacen bien en perseguir y castigar a los furtivos. No obstante, el porcentaje de los que se paren a reflexionar sobre el hecho de que si esos productos no tuvieran un mercado de salida no se explotaría el sector, es ínfimo.
La economía se rige por un principio muy básico: el de la oferta y la demanda. Si no hay demanda no ofertarán dicho producto.
Cabría plantearse, así pues, si la erradicación de las muertes de dichos animales está sólo en manos de los países en los que se práctica dicha atrocidad o pasa también por cambiar el hábito de muchos otros países que contribuyen directamente a revalorizar estas acciones que sustentan económicamente a los que las llevan a cabo.
El ser humano es el único ser que no mata para la supervivencia pero, a menudo, no es sólo el que empuña el rifle el causa.



TAMARA GONZÁLEZ CUEVAS
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About Fernando y Tamara

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