Desde que empezó su carrera artística allá por los años cincuenta, formado en el famoso Actor´s Studio de Nueva York, supo hacer suyo todo personaje que interpretó a lo largo de más de setenta películas que rodó en su vida.
Dentro de su filmografía podemos encontrarnos con películas de todo tipo y género conocido, algunas nos pueden parecer de mala calidad, otras en cambio, forman parte de las obras maestras del cine universal.
Hay que remontarse a su segundo largometraje, “Marcado por el odio” de 1956, para poder comprobar cuál iba a ser su futuro: lleno de grandes trabajos en el que iba a dar a conocer su extraordinaria faceta de actor verdadero, con muchos recursos y sin tener que hacer aspavientos como otros.
Este que les escribe ha tenido la suerte de ver casi todas sus películas y puedo decir que nada más por ver su interpretación merece la pena hacerlo más veces. Recuerdo ese personaje atormentado que hacía junto a Elisabeth Taylor en “La gata sobre el tejado de zinc”, o el del “Largo y cálido verano”, ambas ambientadas en ese sur estadounidense, con esa sociedad estancada de los años cincuenta con sus complejos y miedos.
Supo crear un personaje de cine “negro” en los sesenta, como el investigador privado Harper, atípico detective donde la normalidad era fuente de credibilidad de su historia.
Asimismo, se rodeó en dos películas con ese otro “astro” de Hollywood, Robert Redford, en dos memorables interpretaciones en “Dos hombres y un destino” y, sobre todo, “El golpe”, películas que no han pasado ni pasarán de moda, por la frescura de sus diálogos y argumento.
Sin embargo, a este hombre hay que reconocerle más cosas que su cine. Hizo bastantes cosas por los demás de manera desinteresada y a raíz del fallecimiento de su hijo mayor Scott, se volcó más en la ayuda a los más desfavorecidos.
Creó sus propias salsas para la condimentación de alimentos, donde en las latas mostraba su rostro para así vender más. Fue un hombre altruista, no estaba al lado del poderoso ni le hacía la pelota a ningún político.
Y así fue hasta el final de sus días, donde con gran entereza, supo retirarse con los suyos para poder descansar en paz. Cuando hace meses le dijeron que su enfermedad era ya irreversible, él les dijo a los médicos que se marchaba sin más tratamiento a su casa, para poder pasar el resto de lo que le quedaba de vida junto a su esposa y sus más allegados.
Así lo hizo. Y así, un veintisiete de septiembre de dos mil ocho, se fue, tranquilo y dicen que con una sonrisa en la boca. Este hombre se marchó de entre nosotros, pero nunca se irá de nuestros corazones.
Ahora nos queda su legado y su leyenda…, la “Leyenda del indomable”.
A tu memoria, Paul Newman en agradecimiento por todos los momentos intensos que hemos pasado juntos y que pasaremos…
FERNANDO SARUEL HERNÁNDEZ
Muchas gracias. Así lo haremos. Suerte también y lo mismo digo XD
ResponderEliminarSaludossss