Dos bandos. Siempre los dos bandos que han marcado España se reflejan en esta película dentro de otra división dual: el mundo adulto y el mundo de la infancia. Dos visiones. Una realidad: la postguerra y las secuelas físicas y psíquicas que se habían gestado en la contienda y que siguen tan latentes que son capaces de engendrar más muertos.
Andreu es un niño que un día encuentra el cadáver de un pueblerino y de su hijo. Sin saberlo, comenzará con ese contacto, a adentrarse en el mundo de los adultos de sus secretos, de sus mentiras y a descubrir demasiados asuntos intrincados que le llevarán a sentir un total desapego por el que había sido su círculo vital.
Dejar atrás un pasado no fue posible para muchos implicados en el conflicto bélico, sobrevivir después tampoco fue fácil para los perdedores de siempre, bajo la sombra de la sospecha eterna, alimentándose del "pa negre" que los vencedores repartían sintiéndose bondadosos. Andreu por circunstancias nada halagüeñas lo hace.
Aunque la temática pudiera parecer algo convencional, la visión que aparece en la película, el lenguaje y su tratamiento lo alejan de esto. Plagada de metáforas sobre el transfondo busca siempre ir más allá: enjaulados como los pájaros a los que sus dueños cuidan para que sigan cantando y sustentándolos o acabando con sus vidas en arrebatos, son una muestra de ello.
La mirada infantil que se le impregna a la temática es también el frescor que desprende el film. No sería lo mismo narrado desde cualquier otro punto de vista. Niños que actúan, a todo esto, de una forma sublime.
A veces, los premios sorprenden, otras no, simplemente son el reconocimiento de un gran trabajo, de una obra sublime.
TAMARA GONZÁLEZ CUEVAS
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