ESPÍRITU JAPONÉS

Hace un par de semanas un hecho acaecido en el llamado “país del
sol naciente” ocurrió algo terrible: un seísmo de los más fuertes que se
han dado en su larga historia, seguido de un tsunami que ha arrasado casi
toda la costa nororiental japonesa.

Hasta aquí esta grave noticia nos es muy conocida, así como todo lo
que está pasando con una de sus centrales nucleares, que, según los
expertos en energía nuclear, se está haciendo todo lo posible y más para
que no llegue a ocurrir un gravísimo accidente que podría aumentar más
si cabe, la tragedia en el país nipón.

Sin embargo, lo que más está sorprendiendo es algo consustancial
al ciudadano nipón: el saber salir adelante y no amedrentarse ante las
adversidades, no ir lamentándose por lo que ha pasado, ya que lo hacen
de manera íntima, muy poco visible y nos están dando un gran ejemplo de
serenidad y de espíritu de unión.

Japón ya tuvo que salir de una situación muy grave no hace ni
siquiera cien años, cuando fueron bombardeadas dos de sus ciudades por
el ejército estadounidense.

En efecto, cuando en el final de la Segunda Guerra Mundial,
Alemania se había rendido, todavía quedaba en la otra parte del mundo
en conflicto, un país que no se había rendido, que seguía peleando por lo
que creía. Sin embargo, los norteamericanos atajaron de raíz la situación
sin más contemplaciones que lanzando dos bombas atómicas, sobre dos
importantes ciudades japonesas que por desgracia, desde ese mismo
momento, se convirtieron en un símbolo de la barbarie a lo que puede
llegar el ser humano.

Las bombas cayeron sobre una población civil que arrasó todo lo
que allí había, pero lo malo no fue solo los muertos y heridos del propio
impacto de las bombas, sino lo que estas armas llevaban tras de sí: la
radiación tan severa que ha llevado des de ese momento y hasta la
actualidad y durante muchos años más en el futuro a que cientos de miles

de japonenses tengan que verse afectados por la radiación que todavía
emana de ese lugar a pesar del tiempo transcurrido.

Dicen que cuando el piloto de uno de los aviones vio lo que había
enviado se quedó helado pues no sabía que aquella carga que llevaba
pudiera ser tan mortífera.

Ante ese aplastamiento tan criminal, Japón se rindió y supo hacerlo
con honor. Por cierto, es curioso lo que pasa en la Historia de la
humanidad, pues mientras en Nüremberg se estaban juzgando a los nazis
por crímenes de guerra contra la humanidad, a los que montaron el
operativo y planearon el lanzamiento de esas bombas atómicas, sabiendo
muy bien sus consecuencias, nadie los ha juzgado todavía y convendrán
conmigo en que sus crímenes son también muy graves pues masacraron a
miles de personas sin más miramiento.

Esta es la humanidad que tenemos. En ese momento, Japón tuvo
que replantearse una nueva vida ante el desastre que tenía después de su
rendición y el gobierno norteamericano intentó expiar sus pecados
ayudando económicamente a la reconstrucción del país, pero ¿con qué se
puede pagar una vida humana? ¿Hay dinero para eso?

Los japoneses supieron salir adelante con ese espíritu de
sufrimiento que les caracteriza, yendo todos a una para salir mejor a
delante y a fe cierta que lo consiguieron siendo en pocos años una de las
potencias económicas más importantes del mundo. Y lo hicieron sin pedir
nada a nadie, sino con su espíritu de lucha.

Ahora, después de lo ocurrido, vuelven a salir callados todos
adelante, con la suficiente tranquilidad y ánimo de cooperación entre
todos que les hará salir más rápidamente del horror vivido.



FERNANDO SARUEL HERNÁNDEZ
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