Día de celebración para muchos. No. No se debe a ningún evento deportivo. Parte de un sorteo que hasta los que no creen en ellos, participan una vez al año.
El sorteo de Navidad devuelve la ilusión a muchas familias a las que la crisis estaba atrapando. Otros, no afortunados, seguirán jugando y esperando correr la misma suerte algún día.
Entre buenas noticias también hay, hoy, posos menos halagüeños que hacen pensar más allá de lo que aparenta ser. Me refiero a la detención de dos personas que poseían una web de descargas de estrenos cinematográficos. No importa que la ley Sinde se halle ahogada en su propia gloria marchita. En 2010 estos altruistas, que compartían la cultura a un precio que la ministra no entenderá jamás, habían puesto al alcance del usuario la friolera de cien películas. Con más títulos que trajes de Camps en el armario, la policía aludía al fin lucrativo que también tenía la página dado que la publicidad subyacente les permitía obtener ingresos. Tal vez, con lo que ganaban podían ir al cine o ni eso porque las tarifas de éstos están muy por encima de la justa medida. Sea como fuere, esta detención deja el sinsabor de una rabieta no saciada con esta ley y vertida sobre otros chivos expiatorios como los dos creadores.
Nuestro sorteo nacional más esperado es algo que ya forma parte de nuestra cultura, el poner al alcance el resto de elencos que la conforman parece no entrar en los planes de esos que se llaman a sí mismos nuestros representantes, diría del pueblo pero parecen más bien de una aristocracia aburguesada que tiene el bolsillo muy grande. Para qué decir que en muchos países europeos museos y otros centros culturales son gratis, porque, al fin y al cabo, la cultura es un patrimonio que debería llegar a cualquier persona estuviera en la lista que estuviera.
TAMARA GONZÁLEZ CUEVAS
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