DONDE DIJE DIGO, DIGO DIEGO: CONTROLADORES AÉREOS

No me gustan las parcialidades. No me gusta tener una visión sesgada de un hecho o acción. No disfruto con los vapuleos gratuitos. No es de mi agrado las pataletas en caliente. No aguanto, en los tiempos que corren, el abuso de poder sea del bando que sea.
Partiendo de estas consideraciones, no pretendo hacer una exposición de datos y cifras concretas que refuten las opiniones diversas y con fuentes variadas, cuestionables o no. Simplemente, hacer reflexionar sobre unos días con un gran oleaje de comentarios despectivos hacia un colectivo que ha perjudicado a un gran número de ciudadanos de a pie que, en una época difícil, pretendían emprender un viaje. Nadie niega que su actuación no fue correcta.
Ahora bien, ¿qué hay detrás de sus absentimos? ¿de sus huelgas encubiertas? Un tira y afloja. Una mala gestión por parte de sus "jefes". De nuestros dirigentes. No me voy a meter en el intríngulis de si su sueldo es demasiado elevado, simplemente recordar que se les recortó con unas tijeras de podar un 40% hará ya un tiempo y dejar sobre la mesa que el groso de este sueldo viene dado por un número excesivo de horas extras que cobran a un buen precio, dado que cada hora demás se juegan equivocarse por su cansancio in crescendo, y un fallo suyo tiene responsabilidad penal. En la carpeta han quedado varios decretazos. Uno de ellos, el de febrero, en el que se les recortaban las horas extras y se les reducía a 80 al año para que sus ingresos no subieran tanto. Hasta ahí hubiera estado perfecto si hubieran abierto oposiciones si consideraban que con los que había y reduciendo las horas no iban a dar a basto. Hasta los controladores habían reclamado esto en alguna ocasión. 
¿Qué ha sucedido? Que ha llegado final de año y han visto que todos se pasaban, que no podían hacer más horas extras para no caer en la ilegalidad y que se ausentarían bajo la ley para no pasarse de horas. ¿Qué ha hecho el gobierno? Decretazo el día 3 de diciembre, justo antes del puente, en el que este punto se borraba, en el que la formación continua que reciben no les entraba en horario lectivo. El resultado no cabe mencionarlo porque es harto conocido.
Con todo, es de ingenuos pensar que los políticos no sabían lo que iba a pasar tomando esas medidas parcheadas el día antes, sin dar pie a ninguna negociación. La ley del más fuerte no tendría que tener cabida en un estado democrático. El diálogo y el talante parece que han quedado ya muy atrás. Muy, muy atrás. ¿Libertad? No la escucho ni la siento por ningún lado. Debe estar acorralada por algún fusil.







TAMARA GONZÁLEZ CUEVAS
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About Fernando y Tamara

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