Gran revuelo ha habido en estos últimos días por el destape de algunos renombrados deportistas por este hecho. Su sangre alterada les permitía obtener mejores resultados. Ponerse por encima de los demás competidores evitando la equidad de condiciones. No obstante, esto no es algo nuevo, ni algo que acabe de sorprendernos. Es un práctica, por desgracia, nada loable pero que convive con el mundo de la competición. Se consiguen crear nuevos métodos para intentar detectar estos fraudes y, paralelamente, se crean nuevas sustancias y métodos capaces de burlarlos.
¿Qué debe pasarles por la cabeza cuándo ingieren o se inyectan más posibilidades de llegar antes a la meta, saltar más alto o hacer la mejor exhibición? ¿Dinero? ¿Fama? ¿Ambos? Sea lo que fuere quebrantan las normas del juego, y aun sabiendo que merecerían la expulsión priorizan su egolatría.
¿Podrán dormir tranquilos? Posiblemente, si no siempre pueden recurrir a alguna sustancia que los ayude. Una vez más.
TAMARA GONZÁLEZ CUEVAS
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