En unos pocos días será Navidad y que mejor que intentar homenajearla con este artículo que sólo y simplemente quiere ser eso: una afectuosa felicitación de estas fiestas que se nos avecinan.
Hemos querido acercarnos a un templo que ha sido hace pocas fechas consagrado por el Papa Benedicto XVI y que aunque todavía no está concluido, sin embargo, no deja de ser una de las maravillas de la arquitectura contemporánea española e internacional.
El templo de la Sagrada Familia de Barcelona que ideara el genial arquitecto Gaudí, no nos deja indiferente cuando pasamos por su lado o simplemente si lo vemos desde la distancia a través de una fotografía.
Un edificio pensado, ideado y creado por Gaudí en los últimos decenios del siglo XIX ya que la primera piedra fue colocada en 1882 y todavía no está concluida.
Otra cosa que también es de admirar es el respeto que se le está dando a los planos originales, más bien fotografías de aquellas maquetas que el arquitecto catalán realizó pero que la Guerra Civil española, como muchas otras cosas, echó a perder.
Afortunadamente, como decimos, se mantuvieron las fotografías de las mismas y se ha podido seguir la construcción.
Se tiene pensado que se finalice y se inaugure completa en el centenario de la muerte de Gaudí allá por el año 2026, a muchos nos parece un tiempo excesivo, pero si se acaba como el autor quiso, se da por bien empleado.
Pero he aquí a lo que vamos, fue en 1933 cuando se termina la fachada del Nacimiento, ideada por el arquitecto como modelo estructural a la vez que decorativo del templo.
Aquí están las únicas esculturas diseñadas por el propio Gaudí, donde se desarrolla el motivo central que da nombre al templo: la Sagrada Familia.
Podemos contemplar en toda su belleza, la adoración de unos padres muy realistas hacia el hijo que acaba de nacer.
Una portada que refleja bien a las claras y de manera casi perfecta el amor universal que debería de primar en todos los corazones de este tan desolado mundo en el que estamos incluidos y dejar a un lado de una vez todo aquello que sólo nos conduce casi al exterminio de esta especie que hace tiempo se llamó “inteligente” y que la verdad, ese título ya lo ha perdido.
Intentemos mirar en nuestro interior, me da igual la raza, el credo religioso, el color de la piel y cualquier otro atisbo de diferencia física o espiritual, pues sólo somos una cosa: seres humanos.
Me gustaría tanto poderme levantar por la mañana y encontrar buenas noticias en los informativos, que en las tertulias políticas se hablara de progreso real, no mediatizado políticamente hablando.
Me gustaría que el enfoque de esta sociedad cambiará ya por fin hacia un horizonte verdadero y real: hacia la vida con mayúsculas, hacia un futuro que ya nos vamos mereciendo y que se terminen de una vez todas las dificultades que nosotros mismos nos ponemos para poder entender al “otro”
Hoy he amanecido muy espiritual, he amanecido con que todos esos cuentos de Navidad se hacen realidad y los seres humanos nos tratamos como tales.
Cuando tuve la fortuna de contemplar aquella Sagrada Familia en vivo y en directo, me di cuenta de lo que el “maestro” Gaudí quiso decirnos: vivamos como seres humanos no sólo para Navidad, sino para siempre.
FERNANDO SARUEL HERNÁNDEZ
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