En muy poco tiempo, algo se está moviendo en el continente africano. Algo que muy bien todavía no sabemos dónde le llevará, pero de algo sí es seguro, y es que cuando el mar se agita, es por algo.
Desde que a finales del siglo XIX, unas cuantas de las llamadas potencias occidentales, se plantearon la necesidad de que el único continente que no había sido repartido entre ellas era el africano, éste lo ha pasado muy mal.
Los intereses por tener más territorio donde depositar los productos que fabricaban estas potencias, es decir, la apertura de nuevos mercados y un deseo insospechados de apoderarse de las riquezas que ese continente poseía, hizo que África fuera saqueada literalmente hasta quedar como, por desgracia, hoy está.
En efecto, las potencias representadas por las empresas multinacionales, se encargaron de sacar toda la materia prima a un precio ínfimo, pues la mano de obra utilizada era y es todavía, muy barata.
Aparte de esto, volvían esos productos a ellos pero esta vez en venta y a un precio mucho más caro, con lo cual los beneficios para las empresas son cuantiosos.
Asimismo, África supuso un lugar donde se iban a empezar a medir países que de momento, no querían tener un enfrentamiento directo, pero que muy pocos años después se verían las caras en el continente europeo.
Son los casos del Reino Unido o la recién unificada Alemania del “canciller de hierro” Bismarck, en aquellos años anteriores a la Iª Guerra Mundial, o muy poco después lo hizo también aquella Italia fascista de Mussolini, conquistando a golpe de bayoneta Abisinia, dando a entender que tenían un potencial bélico muy fuerte y por ende era necesario que nadie se descuidara del país transalpino.
El resto del continente en aquella reunión de Berlín de 1883, fue repartiéndose bajo el amparo de aquella labor “legitimadora y civilizadora” para llevar todo el progreso y lo bueno de occidente a un continente que en nada le hacía falta saberlo.
España también recibió una pequeña porción, una parte del Protectorado que Francia se empeñó en implantar en Marruecos para así civilizar el país, pero no pudo tener todo el territorio pues Inglaterra y también en pequeña medida Alemania, no lo veían con buenos ojos, por lo que las presiones hicieron que se le entregara a España la parte del Protectorado que todos sobradamente conocemos.
Y así, el resto de África fue repartido entre muchos países europeos y Estados Unidos que no se quiso perder aunque fuera un lugar pequeñito en el mapa.
Esa supuesta labor civilizadora ha llevado a la ruina y al desastre no sólo económico o político, sino lo que es mucho peor, a padecer epidemias que los llamados “países del primer mundo” no son capaces de remediarlo.
Lo que hay en la actualidad en el continente africano es el resultado como dije antes de la explotación tan salvaje que se hizo en muy pocos años y que llevó a que los dirigentes de esos países satélites de las antiguas metrópolis, fueran escogidos por las mismas y que la corrupción fuera máxima.
Ejemplo de ello lo tenemos en que durante décadas enviando ayuda humanitaria, lo primero que siempre han hecho esos dirigentes ha sido comprarse coches fastuosos y enriquecerse, llegando muy poco para el disfrute del que verdaderamente lo necesitaba.
Esto ha dado como consecuencia países con sucias dictaduras, donde todo vale mientras que Occidente mira a otro lado y sólo muy brevemente es condenado.
Ahora está empezando a moverse algo en África, ejemplos: Sahara, que por cierto, como se habrán dado cuenta ahora apenas sabemos que está pasando allá, Túnez con la revuelta que ha dado al traste con la hegemónica dictadura de Ben Alí, o los continuos altercados en Argelia, Sudán que se empieza a escindir, etc.
No sabemos dónde llevará estos primeros vientos de cambios, pero deseamos que sean para el bien de los que ahí residen, pues ya merecen algo bueno.
FERNANDO SARUEL HERNÁNDEZ
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