No se puede oprimir a un pueblo y tener inmunidad eterna. No se puede pensar que nada ni nadie está por encima de la ley. No se puede. No se puede hacer caso omiso de los gritos de tu pueblo. No se puede.
En Túnez sí se podía. Se podía uno atar al poder, se podía silenciar a los que no pensaran de igual forma, se podía vapulear los derechos de los ciudadanos. Se podía.
Antes.
Vivir anclado en el pasado pensando que el orden no puede alterarse ha sido una creencia vaga de un gobernante que ha tenido que salir de un país que hacía mucho que no lo sentía como dirigente. Malas gestiones pero sobre todo despotismo sin ningún deseo de ocultación han propiciado que se le plantara cara en un deseo de un cambio. El pueblo una vez más ha dado una lección a quienes se creían maestros de todo sin saber de nada. No es común ver que un país de oriente con las características culturales de éste se haya enfrentado a sus fantasmas y haya clamado por una modernización incipiente.
Lecciones se escuchan y se aprenden cada día. Como estás, dan gusto.
TAMARA GONZÁLEZ CUEVAS
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