No se escucha nada. Silencio absoluto. ¿Lo han imperado? Sí. No quieren que nadie escuche lo que no se puede saber. Se creen arriba. Muy arriba. Rozando el cielo donde ni la justicia los alcanza.
Basta. Se palpa en la lejanía esa palabra. Basta.
Simplemente han sido elegidos como representantes no se les ha divinizado. La Edad Media hace mucho que quedó atrás. Sin embargo, no lo parece.
Un claro ejemplo es el caso de Berlusconi. A la vieja usanda de los reyes de antaño parece ser que debe mantener todos sus privilegios al precio que sea. Su castillo se ha llenado de dragones que no parece ser tan falsos como pudieran parecer. Ha construido palacios portables a señoritas y niñas para tener sobre ellas un derecho que es mejor ni imaginar. Ha modificado leyes a su gusto. Ha hecho colaborar al pueblo italiano con sus acciones puesto que les representa y le permite continuar sus maquiavélicos hilos.
¿Hasta cuando? Hasta que se les recuerde que no son eternos ni están pegados a una silla, aunque esta silla sea el trono, un trono demasiado personal.
TAMARA GONZÁLEZ CUEVAS
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