Caen unas tras otras sin parar. ¡Cuándo demonios se cansarán! Ya no queda nada por arrasar. Los caminos están desiertos. Sólo el polvo y la metralla que salta a cada bombazo. Ya nos han eliminado dos pelotones más. A este paso no vamos a quedar ninguno. ¡Necesito que envíen más gente aquí! Nos están friendo
Han pasado dos horas y ya parece que se ha acabado por hoy la jornada de intenso bombardeo.
Mañana habrá más. Ahora nos toca recoger a los compañeros y compañeras que se han dejado la piel en este recóndito lugar del mundo, donde ya no queda nada para proteger. Sólo somos una posición avanzada en ninguna parte. Lo que había que hacer se hizo. ¿Por qué estamos aquí, mi teniente? me preguntó antes uno de los cabos. Ahora me dicen que lo han encontrado en la cuneta de enfrente con las tripas abiertas. ¡Joder¡ Para qué estamos aquí. Muchos de los que están aquí ni siquiera sienten el uniforme que llevan. Están juntos porque no saben dónde ir solos en una zona olvidada del mundo.
Espero que tú estés bien, amada mía. Estarás liada en tu trabajo y todavía te estarás preguntando qué hago yo tan lejos de ti. La verdad es que creía en cosas. Ahora me doy cuenta de que en eso que creía no sirve para nada. Todo es mentira. Lo peor de todo es cómo se lo dices a los que están aquí bajo tu mando. Amada mía espero que esto se termine de una vez y podamos estar juntos los dos. Tú sabes que pronto será así. Tenemos que hacer realidad nuestros sueños y lo haremos ya lo verás..., ahora te dejo. Me llaman.
Esto fue lo último que escribió el Teniente de la Legión cuando mandaba su sección. Estaban ubicados en una profunda vaguada entre dos colinas sin cubrir por fuego amigo. Sólo se salvaron tres de esta sección. Puede estar tranquila, su pareja murió sirviendo por la patria
(¿QUÉ PATRIA?; ¡LA DEL DINERO!)
FERNANDO SARUEL HERNÁNDEZ
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