ESCASOS DE CAPITANES QUE NOS LLEVEN A PUERTOS APACIBLES

He tenido grandes profesores a lo largo de mi vida. En el colegio, en el instituto, en la universidad. Guardo un precioso recuerdo de muchos de ellos. Ellos me enseñaron a interesarme por otros maestros que están o estuvieron y nos legaron una parte de sí mismos: Valle-Inclán, Cervantes, Quevedo, Galdós, Marsé y un innumerable sinfín de genios que me embriagaron con sus palabras. No he mencionado a los primeros de la lista, los que han curtido mi espíritu desde el primer día: mi estimada familia. A todo ello habría que añadir amigos y otras personas que se cruzan en la vida por azar o por algún intrincado motivo y que acaban aportándote algo. Enseñanzas. Estamos aquí para aprender. Siempre se puede mejorar. Si algo he aprendido es que uno ha de ser fiel a todo aquello con lo que se ha forjado, a su persona, que se ha de predicar con el buen ejemplo y tener demasiada humildad ante la sabiduría pues ésta es esquiva y nadie conseguirá abarcarla por mucho que insista. El tiempo es efímero y los conocimientos que nos rodean excesivamente bastos y maleables.

Sin embargo, es una lástima cerciorarse de que existen individuos que obvian aquello que les enseñaron. Oran a un público ávido que espera seguirles entusiasmadamente. Se creen maestros de muchos cuando no son ni capaces de no traicionarse a sí mismos. Ojear el periódico sea el día que sea da fe de ello. Nos sumerge en hojas y hojas plagadas de ejemplos. Un caso reciente: Ignacio Uriarte. He aquí un vocal de la Comisión de Seguridad Vial en el Congreso que provocó un accidente el pasado viernes en Madrid. Hasta ahí podría ser algo normal y fortuito. No obstante, el susodicho llevaba corriendo por sus venas algo que le llevó a dar el doble de la tasa permitida de alcohol. Este diputado además es presidente de Nuevas Generaciones. Una gran figura a emular. Sin duda. A emular contrariamente, por el bien de muchos conductores que aún conservan el sentido de la responsabilidad y del buen obrar. Aún así muchos de estos pésimos ejemplares siguen teniendo un gran número de adeptos. La mujer de la nariz de metal tiene actualmente más seguidores que los autores de los libros que pueblan mi librería. Si ya lo decía Cervantes, pleno de razón, “es mejor ser loado por unos pocos sabios, que por muchos necios”.

TAMARA GONZÁLEZ CUEVAS
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