Hoy era un día reivindicativo. Un día en el que muchos han considerado oportuno manifestarse contra los tijeretazos de un gobierno que dijo en su día que jamás recortaría prestaciones sociales ni daría un paso hacia atrás en los derechos de los trabajadores. Palabras que han pasado a mejor vida porque los que las pronunciaron o las han olvidado o ya no las pueden mantener vivas. Sin embargo, para ello, no hace falta saquear, quemar, ni cualquier otro zarandeo incívico.
Rebelarse contra algo que no nos gusta y que creemos que se puede cambiar ya sea a través de una huelga o de otros actos que tenemos derecho a realizar y que ampara la ley, es algo que ha de partir de nuestro interior y es tan deseable como necesario.
Expresarnos es siempre una meta que se ha de tener presente.
Todos tenemos una opinión pero ésta no ha de imponerse destructivamente sobre nada, no lo requiere para ser escuchada. Algunos obvian éste insignificante pero vital detalle. El imponer simplemente causa perjuicio sobre lo que defendemos y, lo que es todavía mucho peor, daña a todos aquéllos que defienden lo mismo que el ser que no es capaz de tenerlo en cuenta e intenta sobresalir con la fuerza o la violencia.
Luchemos siempre por lo que pensamos pero que esa lucha sea de cuello para arriba y que el resto del cuerpo construya, no destruya.
TAMARA GONZÁLEZ CUEVAS
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