La veo por todos sitios.
La siento en todo lo que hago.
La respiro en el aire
de la mañana, tarde, noche y madrugada.
No quiero enamorarme,
pero es tan sutil
su étnica belleza.
Belleza que parte de lejanos ancestros,
mezcla de sueños desérticos
y oasis repletos de vida.
Mujer, oh mujer,
en ti me veo impregnado,
en ti veo la mujer
que quisiera para mí,
y tenerla conmigo
toda mi vida.
Hacía tiempo que no me pasaba
algo semejante,
pero desde que te contemplé
por vez primera,
no te puedo apartar
de cualquier imagen bella
que vislumbro al pasar
por mi vida,
al transitar por mi existencia.
Mujer hermosa, de marcados
caracteres de otra cultura
que antes desconocía,
no sabía que podía existir algo igual
ahora lo compruebo cada día
que te admiro,
porque eso es lo que siento:
admiración por como eres,
por como miras, por como hablas,
eres tan distinta a las demás
y tan parecida a mí.
¡Loados sean los dioses
de la eternidad!,
que te han puesto delante mía,
aunque sé que nunca te conseguiría,
me quedo con el recuerdo
de tu mirada,
con el sonido de tus palabras,
con el aire que tú respiras.
Gracias por estar ahí
y alegrar a este
ser que creía
que ya no sentiría
como siento ahora otra vez.
FERNANDO SARUEL HERNÁNDEZ
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