La palabra “cómico” según la Real Academia Española significa: “Perteneciente o relativo a la comedia”, “Dicho de un actor: que representa papeles jocosos”, “Que divierte y hace reír”
Cuántos de estos cómicos han pasado por centenares de películas que nos han hecho pasar un buen rato, divirtiéndonos, haciéndonos reír o simplemente, engancharnos a la película por su soberbia actuación.
En la cinematografía española, para el que esto escribe, siempre han valido más la pena ver a esos personajes secundarios que los principales; a veces, el filme no valía nada pero el solo hecho de que hubiera un buen puñado de esos eternos “secundarios” sí valía quedarse a contemplar lo que ahí dentro ocurría.
Actrices o actores con un cierto renombre no pasaban de eso, pues eran muy bien ayudados en su labor por los cómicos de siempre.
Una generación prácticamente extinguida en la que destacaron algunos más que otros, pues tuvieron la fortuna de estar como en la vida en el momento y en el lugar adecuados.
Una generación prácticamente extinguida en la que destacaron algunos más que otros, pues tuvieron la fortuna de estar como en la vida en el momento y en el lugar adecuados.
Ahora otro de nuestros queridos cómicos se ha marchado. Se ha ido sin dar que hablar, sin protagonizar ningún escándalo ya sea amoroso o financiero. No necesitaban nada de eso para ser muy respetados en la profesión y fuera de ella.
Manuel Alexandre se ha ido. Se nos ha ido ese hombre de aspecto bonachón con una característica voz y una interpretación como pocas veces se ve. Recuerdo muchas de las películas o de capítulos de series en los que intervino y créanme que siempre me parecieron trabajos soberbios, sin intentar hacer más que lo esperado, pero bien hecho.
En la actualidad, adolecemos de tener ese tipo de intérprete ya sea masculino o femenino, pues ahora se va buscando más el enaltecimiento de los protagonistas en otros ámbitos sin poder observar a los que quedan más allá, en un plano más alejado.
Muchos de las llamadas “grandes figuras” de nuestro cine, teatro o televisión, no podrían serlo sin tener la ayuda o el apoyo de estos cómicos que cubrían muy bien cualquier agujero del guión, de la estrella del reparto o de la película entera.
Ha habido mucho secundarios ejemplares: Pepe Isbert, Miguel Ligero, Isabel Garcés, Saza, etc., y como no el ahora recientemente fallecido Manolo Alexandre.
Fue un hombre culto, inteligente que cultivó diferentes registros en su vida y que lo fue enseñando a todo aquel que venía después en el tiempo.
Ahora las tertulias del Café Gijón de Madrid no serán las mismas, no tendrán ese gracejo ni esa chispa de un hombre que vivió en la época que le tocó vivir, sin más ambages que hacer de manera humilde su trabajo y de manera sublime fue su resultado.
El escenario español una vez más, y ya son muchos en tan poco tiempo, se está quedando sin alma, sin ese espíritu luchador para salir adelante en momentos muy difíciles, donde no había academias ni de cine, ni de teatro, ni mucho menos de televisión.
Una sociedad que ha vivido también con ellos sus momentos más cotidianos y que se han visto reflejados en multitud de personajes que caracterizaban, pues no en vano, lo que realizaban no era otra cosa que escenificarse a sí mismos.
España cuna de grandes intérpretes, lugar donde quizá más tuvieron importancia los personajes secundarios que a muchas veces a modo colectivo nos reflejaban la sociedad que se vivía y por qué no decirlo que todavía hoy en día se vive.
FERNANDO SARUEL HERNÁNDEZ
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