Gerardo Díaz Ferrán se ha llevado la palma de oro esta semana. El presidente de la CEOE parece que no ha meditado mucho sobre las causas de la crisis. Más bien nada. Posiblemente, no ha dispuesto de tiempo porque haya tenido que pasarse largas horas en el otorrino o charlando con los sindicatos y el gobierno con los cuales prometió tener un diálogo constante y fructífero. En ese caso, esto sería peor de lo que se pudiera esperar ya que el desconocimiento abarcaría un núcleo de mucha más envergadura.
El empresario de empresarios comentaba que si se quiere salir del agujero económicos los trabajadores han de ampliar su jornada laboral para aumentar la productividad. No habla de que cobrando horas extras los trabajadores acrecentarán su sueldo y, con ello, podrán dedicarse a invertirlo en el consumismo para que vaya girando la rueda que ellos consideran el motor de su economía. No. Habla de sobreesfuerzo de siempre, de los mismos a cambio de beneficiar a los empresarios. Arguye además algo que parece mofa: al principio de la democracia ya se hacía. Obviamente, y hace cien años se trabajaba todo el día para tener algo ingerir. Si la solución la encuentra en el pasado es que no algo falla, sino que falla directamente la base de su pensamiento.
No son las horas, quizá debiera plantearse si los empresarios están invirtiendo en el campo adecuado: vivir del ladrillo y de la restauración tendría que dejar de ser nuestra meta. No insistan. Es un craso error como tantos otros a los que ya nos están acostumbrando.
Yo ya no voy al otorrino. Convivo con ese ruido ensordecedor que hay en el ambiente. Al menos cuando los bufones hablan, el pueblo no puede obviar una sonrisa, aunque sea triste.
TAMARA GONZÁLEZ CUEVAS
0 comentarios :
Publicar un comentario