DÍAS Y DÍAS

Todos los días deberían ser especiales. Cada momento vivido forma parte de nuestro tiempo existencial, de ese reloj cronológico que avanza y no se detiene y no nos permite, por más que queramos, volver atrás. Por ello, se ha de ser consciente de que cada segundo es importante y se lo dediquemos a lo que se lo dediquemos no lo podremos recuperar. La semana que acaba de concluir se cerraba con una fecha para muchos importante: el día de San Valentín.
Mucho se ha discutido el origen de dicha festividad. Se dice que podría provenir de una fiesta cristianizada del paganismo puesto que en la antigüedad en Roma se adoraba a la deidad del amor, Cupido, al que le pedían que les favoreciera en el campo en el que era experto a cambio de las ofrendas realizadas. Otra de las teorías remite a una fiesta llevada a cabo en Inglaterra desde hace siglos, en la cual hombres y mujeres elegían pareja. La tercera y quizá más bonita por concentrarse en dos personajes es la que se sitúa en el siglo III, también en Roma: cuenta la historia que en esa época estaba prohibida la unión en matrimonio de soldados ya que se pensaba que los hombres solteros se concentraban más en la batalla puesto que no tenían ningún tipo de ligazón sentimental. San Valentín es el arriesgado sacerdote cristiano que aboga por el amor y casa a estas parejas a escondidas de la ley romana. El sacerdote no queda impune y es condenado. Estuvo encarcelando y dio clases a la hija del carcelero, Julia, de quien el sacerdote se enamoró y en la víspera de su ejecución le envió una misiva. De tu Valentín firmaba tal carta. Hoy en día parejas y parejas se escriben un poema, unas letras en la que expresan su afecto. San Valentín fue ejecutado un 14 de febrero. Su sangre fue dada por el sentimiento más noble que el ser humano puede albergar en su interior. La iglesia canonizó a San Valentín como patrón de los enamorados para terminar con dicha celebración pagana. Su cuerpo yace en la Basílica que lleva su nombre y que se halla situado en la localidad italiana de Terni.
Más allá de la comercialización de la que se ha querido impregnar a tal fecha como a muchas otras, existen conmemoraciones históricas que no hace falta homenajear con nada material. Mucho menos este día, día de la celebración de lo más intangible que pueda existir: el amor, alimento espiritual que nos hace únicos y nos hace crecer como personas y ser día tras día un poco mejor. No obstante, no puedo dejar de sonreír ligeramente, cada vez que recuerdo a uno de mis pequeños alumnos esta semana esperando ese día para darle un pequeño detalle a una compañera de colegio para demostrarle lo que brota en su interior y pensar que exteriorizar algo tan grande y profundo es infinitamente difícil para algunos pero no para los niños que con su vitalidad, alegría y su don de ser directos hacen que todo parezca sencillo. Hasta el amor.

TAMARA GONZÁLEZ CUEVAS
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