No tengo remedio. No hay más vuelta de hoja. Lo tengo asumido desde que tengo uso de conciencia. Puedes intentar cambiarme y guiarme hacia el rebaño. Te admiraré por ello, siempre he sentido aprecio a las personas que se esfuerzan por conseguir sus metas aunque éstas sean imposibles.
Hará poco, muy poco, poquísimo, alguien cercano me comentaba que tenía que hacer limpieza en su armario y no comprarse según qué prendas de vestir aunque le gustasen porque este año no iban a ser tendencia. Pobre. ¡Cuánto trabajo da inmiscuirse en las intrincadas profundidades de ir acorde con lo que dictan los pastores de la moda! Resulta que, según lo expuesto en los desfiles que están teniendo lugar estos días, vuelve a imperar lo sobrio, lo austero, la mezcla entre lo masculino y lo femenino, el hibridismo entre lo clásico y lo moderno, lo conservador y lo desenfadado. Hombres y mujeres al salir de su trabajo no necesitan volver a casa a cambiarse puesto que ese es el caparazón que resulta fashion fashion para los que están al tanto de ello.
En mi salón resonó una voz cuando vio un reportaje sobre estos nuevos modelos en el vestuario, una voz que desprendía sabiduría a raudales: pero si esto se llevaba hará años y años, si no lo hubiéramos tirado… No. Uno ha de desprenderse de prendas que le gusten o no ocupan en el armario un espacio que debería ocupar un nuevo miembro útil de tela. Necesario porque en esta sociedad no hay nada peor que quedar desfasado. En la era de la tecnología hay que estar en la onda y si unos dicen que se ha de volver a comprar trajes que por el estilo llevaban nuestros abuelos o vestir de cualquier forma que de no verlo en las pasarelas nos parecería irrisoria, se hace.
Lo siento, no estoy a la moda. Nunca lo he estado creo. No me suelen gustar lo que eligen otros que deberíamos llevar. ¿Me absolverá alguien? Ellos eligen cuidadosamente qué ponerse para ir acordes con los caminantes de pasarelas, yo prefiero mirarme cada mañana en el espejo y sonreír al percatarme de que hoy de nuevo no me volví a dejar la personalidad en el armario o no la hice jirones al volver a decidir qué ponerme.
TAMARA GONZÁLEZ CUEVAS
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