FÚTBOL

Los días que estamos viviendo, ya desde hace décadas, se nos antojan un símil con ellos. Verán, por un lado, podemos comparar la llamada “fiebre por el fútbol” con aquella época en que Roma daba a sus ciudadanos “pan y circo” para entretener a las masas descontentas con lo que estaban viviendo y así que llevaran su odio hacia el anfiteatro, donde en la mayoría de las ocasiones, se celebraban actos salvajes y “cruelmente divertidos” para estos ciudadanos tan “civilizados”.
Nos estamos refiriendo como no podía ser de otra manera, al espectáculo de gladiadores o al del vil asesinato de unos seres humanos con que alimentaban a los tigres hambrientos. En esos espectáculos perversos los ciudadanos civilizados disfrutaban a más no poder y ellos en la mayoría de las ocasiones eran quienes, auspiciados por el poder dominante, decidían quiénes debían morir.
Podemos trasladarnos más cercanos al tiempo actual y hacer nuestra aquella célebre máxima de Karl Marx, “La religión es el opio del pueblo”, pero nosotros lo llevamos a la actualidad más moderna transformándola en “El fútbol es el opio del pueblo”.
Y ustedes dirán que este que les está escribiendo está llevando la situación muy al límite, sin embargo, nada más lejos de mi intención, puesto que si no explíquenme ustedes cómo catalogar los últimos acontecimientos futbolísticos que tienen menos de deporte sano y diversión y más de enfrentamiento y división entre los ciudadanos que van a ver ese espectáculo de masas.
Ahí tienen ejemplos nítidos y recientes en Italia, donde mueren personas que de antemano sólo iban a “pasar el rato” viendo a su equipo jugar y que acabaron encerrados en un ataúd.
O sino un caso: el derbi Sevilla-Betis de la Copa del Rey, donde quien menos habló se llevó el golpe más duro en forma de botellazo en la cabeza.
Me pregunto qué odio tan exacerbado se puede tener dentro para dejarse llevar por las tonterías que dicen los directivos de los clubes de fútbol que con antelación van calentando el ambiente.
A éstos nunca les pasa nada y sinceramente creo que las autoridades judiciales deberían de tomar buena nota y cebarse alguna vez con ellos, para que mantengan sus “boquitas” cerradas y así dejar que cada uno piense y se exprese como quiera en el campo.
Sin embargo, hay, como dicen por Andalucía, “jente pá tó”, y esos pobres espíritus de corazón y menos cerebro se dejan arrastrar por lo que dicen otros y allí van a “salvar al mundo” metiendo botellazos a quien sea.
Uno se pregunta y dice, quién es más responsable del asunto, el que tira la botella que no tiene conciencia propia, que tiene lavado el cerebro y sólo funciona con marcha que su directivo se levante ese día…, esto me recuerda a algo más grave: a todos aquellos que por un líder político se dejan inmolar entre los demás que sin comerlo ni beberlo también se van al “otro barrio”.
Parece que exagero la cuestión ¿verdad? No recuerdan dónde fue el pistoletazo de salida de la desgraciada y bárbara “guerra de los Balcanes”, sí en un partido de fútbol, aunque también es verdad que la situación era insostenible, pero el hecho de estar en masa divididos en un campo simulando fuera uno de batalla, dio pie a aquella barbarie…
Señor@s he de serles sinceros, yo era futbolero y de los de afición, pero cuando empezó el dinero a primar más que el propio deporte, cuando los jugadores empezaron a ser pura mercancía de compra y venta, cuando se comenzaron a dar tantísimo dinero por jugar al “balompié”, me fui apartando de este antiguo deporte y ahora sociedades anónimas y verdaderas empresas de consumo de masas.

FERNANDO SARUEL HERNÁNDEZ
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