FERNANDO HERNÁNDEZ GIL

Hoy tengo el placer de hablarles sobre alguien que ha marcado la vida de much@s melillenses en un momento en el que el único eslabón que tenían para seguir adelante en esta vida lo constituía él, mi abuelo materno: FERNANDO HERNÁNDEZ GIL.
Quiero contarles algunas cosas, pocas de momento, sobre esta persona que vino a nuestra ciudad emigrado de Almería y que aquí pudo desarrollar su vida personal y familiar a todos posniveles.
Mi abuelo Fernando nació en la provincia de Almería allá por el famoso año de 1898, ya saben: la crisis del 98, la generación del 98, la pérdida de las colonias de ultramar, etc., etc.
Desde muy joven siempre estuvo vinculado a las minas. Entró en este trabajo tan duro y tan mal pagado, sobre todo en aquella época. Al principio, empezó ayudando en las vagonetas a quitar mineral, para pasar muy joven a ser barrenero, quizá el trabajo más arriesgado de las minas, siempre iba con su hermano.
Pero llegaron los problemas laborales, pues tenía que cambiar de minas y llegó hasta las peligrosas explotaciones de Rodalquilar, ya estaba casado con mi abuela y ella se sentía muy mal cada vez que él tenía que ir allí. Algunas mañanas no lo llamaba para ir a trabajar, pero tenía que hacerlo. Al final también lo despidieron.
Entonces estaba la época de la II República y el trabajo iba cada vez peor, así que recibió la noticia de que en la zona de Marruecos se estaban explotando muchos yacimientos mineros y un familiar lo llamó mandar. No lo dudó un instante.
A pesar de que tenía que abandonar por unos meses lo que más quería que eran su mujer e hijo, tenía que conseguir de una vez por todas un trabajo digno para sacar adelante a su familia.
Entró a trabajar en las Minas del Uixan y pudo en untar de meses mandar la carta de llamada a mi abuela y mi tío, los cuales se le unieron poco después.
Empezaron una nueva vida, se trasladaron a Melilla y tuvieron dos hijas: Lolita y Angelita, mi madre.
En la zona de Tiffelouast, se encontró una explotación minera de plomo y zinc y una serie de señores influyentes de la época se unieron para poder explotarlas, formaron una sociedad de accionistas y llamaron a mi abuelo para que fuera el encargado de todo su funcionamiento.
Años más tarde se hizo cargo de la sociedad minera la Compañía Española Minas del Rif, pasando ese lugar ya no tanto a explotación minera, sino más bien como lugar de prospección para todos aquellos ingenieros que de España y de otros países venían a estudiar esa cuenca minera.
Asimismo, también funcionaba como lugar de abastecimiento para aquellos militares que tenían que pasar por esas tierras. Un ejemplo de mandos militares que pasaron por allí fue el que fuera Comandante General de Melilla Díaz Alegría y que pasó por primera vez como Alférez.
Allí, pasaron sus primeros años de vida tanto mi tía como mi madre y allí mi abuelo les enseñó sus primeros pasos en la escritura y la lectura. Fue su primer maestro.
Aquella tierra estaba inculta y mi abuelo sin tener necesidad de hacerlo vio que se podía sacar rendimiento de ella cultivándola; y así lo hizo. Las roturó, las cultivó y allí empleó a un buen número de familias musulmanas que por aquel entonces se acercaban con la necesidad de poder encontrar trabajo y darles algo de comer a sus familias.
Pero, el fruto de esos cultivos no se hizo esperar y salieron buenas cosechas, hubo repartición a partes iguales entre las familias musulmanas que habían trabajado allí y mi abuelo se traía sus excedentes para su casa de Melilla, donde el resto de la familia lo esperaba con alegría.
Sin embargo, ahí no quedaba la cosa, es decir, mi abuelo traía y repartía a todos los vecinos y familiares allegados que vivían en el barrio, todos los productos cosechados. Así, eran mis abuelos.
Recuerdo una anécdota queme contó mi madre y la pongo como ejemplo de hasta qué punto este hombre anónimo para la historia “oficial” de la ciudad, pero conocido en lo que podíamos llamar la “intrahistoria” o “historia popular” de Melilla, pues bien la historia es como sigue: en los años de la posguerra ya saben lo que se pasaba, pues ahí tenían ustedes a un cuñado de mi abuelo que se presentó en casa con su chaqueta y una supuesta camisa, se sentaron a charlar, a fumar y a comer algo hasta que mi abuelo le preguntó que llevaba debajo de la chaqueta, su cuñado le contestó que una camisa, pero él se había percatado de que tan sólo llevaba el cuello de la misma, entonces ni corto ni perezoso llamó a mi abuela y le indicó que le sacara una camisa suya para dársela a su cuñado…. Mi abuelo era así, se quitaba lo que tenía para dárselo a los demás.
Podría estar hablando hojas y hojas sobre este gran hombre, pero lo voy a ir haciendo poco a poco, intercalando sus historias en estas “Historias del Templario”. Quiero dosificarlas, para que no se haga pesado (aunque tratándose de él nunca sería pesado).
Sirva este primer escrito dedicado a mi abuelo materno a modo de felicitación pues el pasado día 11 de Noviembre cumplió 106 años, y es curioso como después de tanto tiempo que falleció aún sigue en la memoria de muchas personas que lo conocieron su forma de ser, su apoyo a todos los demás de un modo desinteresado y, he de decirlo muy alto, él fue un extraordinario poeta, del que mi madre, Angelita Hernández López, ha sabido sacar ese arte exclusivo de unos pocos de transmitir con palabras todos los sentimientos llegando a tocar la fibra sensible del más duro y sin alma.
Por todo eso y más, abuelo Fernando Felicidades y que sepas que me siento muy orgulloso de llevar mi nombre por ti y que aunque no te haya conocido sé que estás ahí apoyándome, recibe un beso fuerte de tu nieto.

FERNANDO HERNÁNDEZ SARUEL.
Share on Google Plus

About Fernando y Tamara

This is a short description in the author block about the author. You edit it by entering text in the "Biographical Info" field in the user admin panel.
    Blogger Comment
    Facebook Comment

1 comentarios :