La acción de los piratas en el Norte de África se remonta a épocas lejanas en la historia, pero hay que llegar a la Edad Media cuando nos encontramos con una verdadera piratería en toda regla.
En la zona del Mediterráneo en esta época eran en un principio los piratas catalanes los que tenían el mando, debido al tráfico marítimo tan importante que tenía esta región con las zonas musulmanas del sur peninsular.
Asimismo, se intentaba cortar la línea comercial que los Anjou, que eran enemigos de los catalanes, tenían establecida desde el Atlántico pasando por el Estrecho de Gibraltar. De esta forma, los ataques de piratería empezaron a ser frecuentes en esta zona del Norte de África, desde Túnez hasta Argelia o Marruecos.
En el siglo XIV ya se instauró la denominada “patente de corso”, es decir, la autorización a cualquier navío que había sido atacado de piratear a otro para así resarcirse de lo perdido.
A partir de 1500, la piratería en la zona que estamos hablando cambió de origen y de talante mucho más agresivo. En efecto, ahora van a entrar en escena los piratas bereberes del Norte de África que van a ser el martirio de las costas andaluzas, arrasando incluso poblaciones enteras.
Estos piratas eran denominados “berberiscos”, que procedían de casi todos los pueblos del Mediterráneo y que por unas razones u otras “se tenían que echar al mar a piratear”.La primera gran incursión en la Península Ibérica tuvo lugar en 1503 en un pueblo de Valencia y a partir de entonces, fue una acción muy corriente.
Por ello, se intentó acabar con los “nidos” de piratería que se encontraban en la costa norteafricana y que, como decimos, servían para cobijo de estos piratas. Entonces, los monarcas españoles, emprendieron empresas marítimas de gran envergadura para acabar con todas estas acciones.
Un poco más tarde y coincidiendo con la subida al trono de España y, por lo tanto, también del Imperio, Carlos I, hizo que surgiera otra gran potencia ávida de acabar con este poderío hispano: los Turcos. A éstos estuvieron unidas las figuras de dos hermanos griegos que se hicieron llamar “Barbarroja” y que supusieron un constante peligro para los intereses españoles en el Mediterráneo.
Progresivamente en estas zonas costeras del sur peninsular y debido al constante acoso de estos piratas, se fortificaron no sólo con castillos, sino que se mejoró la vigilancia con la instauración de todo un sistema de alerta llevada a cabo por medio de una serie de Torres Atalayas o de vigía que circundaban toda la costa mediterránea de la Península Ibérica.
Otra forma de evitar el acoso berberisco fue la conquista de una serie de núcleos importantes, donde poder atajar dicho problema, pues así se evitaba que algunos núcleos siguieran sirviendo de cobijo a estos piratas. Un ejemplo claro de ello lo tenemos en el Peñón de Vélez de la Gomera, antigua Badis y que servía para cobijar a toda una verdadera flota de naves berberiscas.
España mandó una importante flota para su conquista y así se hizo en 1508 por Pedro Navarro. Así también ocurrió con la Isla de Alborán que fue guarida del pirata Al Borani en el siglo XI.
Será a partir de la batalla de Brindisi en 1616 cuando las potencias occidentales dan el control de esta zona a Venecia y es cuando comienza el declive de la piratería en esta zona, sobre todo también porque se hacía más interesante la zona Atlántica, en especial el Caribe, de donde salían las embarcaciones con la plata y el oro americano hacia España.
FERNANDO SARUEL HERNÁNDEZ
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