Adelantándose a la Navidad, Cataluña se ha visto inmersa en una oleada de espectáculos que no tienen parangón con ninguna función cómica ni bufonesca. No, señores y señoras, no dicen el cómo están ustedes con tanta gracia como otros lo hacían antaño pero consiguen hacer sonreír a más de uno, aunque sea una sonrisa desalentadora. Algunos consiguen tal reacción mediante la creación de vídeos que sin ningún mensaje vital consiguen, si bien no, llamar altamente la atención. Creo, sin embargo, que si uno ha de recurrir a estos medios para que alguien se fije en ellos es que tal vez su programa electoral carezca de interés o se vean obligados a acogerse a estas formas para hacerle la competencia a otros grupos que quieren robar protagonismo con alternantes que no llevan a ningún lado pero que les ponen en la boca de todos.
Algunas formaciones emergentes este año, han querido ser el centro de atención captando a una actriz como María Lapiedra que da la nota intentando afinar para Laporta, o dando más protagonismo a figuras como Carmen de Mairena que si bien no encabeza la lista electoral, despunta en su número dos con su peculiar forma de dejarse los tapujos verbales en la maleta.
Sea como fuere, el gran teatro del mundo se ha parado unos días en estas tierras del norte. Que los ciudadanos se sientan como títeres de éste en algunos momentos, es inevitable. No obstante, por otra parte, demuestra también el talante abierto de este territorio en el que parece que todo vale por ganar adeptos aunque, paralelamente, las esperanzas de otros vayan viéndose deterioradas porque no ven reflejados los problemas que realmente les interesan.
Irse por la tangente, puede quitar tensión al momento y llamar la atención, pero, sin duda, también existen personas que lo están pasando realmente mal por la situación actual y se preguntan una y otra vez cuánto se habrán gastado en hacer esas cabriolas: más que otros años, quizá menos que años venideros.
TAMARA GONZÁLEZ CUEVAS
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