Llévame contigo donde habiten los sueños. Llévame porque no concibo un mundo sin ti. Llévame porque sin tu aire mi corazón no podría batirse en el duelo del amor jamás. No es la creencia de saber que he de estar junto a ti sino la certeza. Cógeme de la mano y no me dejes partir al averno de la distancia. Que no te confunda nadie. No mires a tu alrededor, el centro de toda visión no está en tus ojos sino en tu latir. Si pudiera elegir un momento de mi vertiginosa existencia, se reduciría a un encuentro de miradas. Al nuestro. No te observé, te contemplé. La vida empezó a cobrar sentido en esos instantes. Quizá no te diste cuenta. Hay cosas que tan sólo se sienten. El que no sea capaz de comprender una sensación, su sentir no le valdrá la mejor explicación posible sobre cualquier hecho. El epicentro del ser humano no reside donde se cree. Incautos. Aun respirando, están bien muertos. Tú me enseñaste que se esconde otro mundo. No existe un hoy sin un ayer, un mañana sin un hoy, sol sin luz, alma sin ningún lamento, espera sin paciencia, calma sin mar, ciego sin astucia. No hay mí sin ti.
Tamara González Cuevas.
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