“No te preocupes que yo soy tu amigo y me tendrás para lo que sea…”, frases así las hemos escuchado muchas veces y la seguiremos oyendo a lo largo de nuestra existencia vital.
Sin embargo, muy pocos son los que lo dicen de verdad, con el corazón. Estoy un poco cansado, hastiado y hasta harto de todos esos que sólo están ahí para medrar a costa de los que verdaderamente se lo curran.
Cansado de todos esos que ahora se les llama “trepas” que creen saberlo todo y no tienen ni idea de nada o al menos de casi nada. Son aprendices de muchas cosas pero maestro en ninguna de ellas y encima te quieren decir lo que tú debes hacer tan sólo porque a ellos así les interesa.
Las poltronas no están hechas para ellos, sencillamente porque por tener un poco de más, llamémosle dinero, situación políticamente correcta, etc., se creen en el deber y la obligación de que los demás tenemos que obedecerles o, peor aún, hacer la “vista gorda” y como los monos de Gibraltar, “no ver, no oír, no hablar”
Pero ¿saben qué les digo? que a este que les escribe estas líneas ya se va cansando de todos estos personajillos sin esencia en su interior y que sinceramente me van dando lástima.
Sí, una pena cada vez más grande, puesto que sería tan sencillo hablar, dialogar, compartir sentimientos, aunque sean contrapuestos, eso es bueno, no debemos seguir lo que los otros digan al pie de la letra, pues no podríamos dar rienda suelta a algo magnífico que la vida nos ha dado: nuestra capacidad de pensar por uno mismo.
No obstante, pasa todo lo contrario: si tú piensas diferente y no sigues las reglas del juego que han marcado tan sólo unos pocos, entonces eres un proscrito, un indeseable y hay que hacer todo lo posible por sacarte de la sociedad que ellos han establecido.
Estamos en la dictadura de los que lo quieren controlar todo y no quieren que nadie más entre, tan sólo si tienes algo que les interese, entonces te hablan, te siguen a donde tú vayas, te dicen lo bueno que eres, te adulan, pero todo es falso.
La falsedad se ha instalado en sus venas, es lo que les corre por su podrido interior y eso se les nota al final, aunque lo quieran maquillar con toda clase de artilugios decorativos dándoselas de buenas personas, pero el hedor que emanan les sale por todos sus poros, igual que hienas que esperan que uno caiga para saltar y reír con su risa de podredumbre e histriónica.
Te dicen que ellos no harían nada si tú no estás ahí, pero es mentira. Aprovechan la más mínima ocasión para darte de lleno cuando tú estás más desprevenido.
Los buitres hace tiempo que empiezan a volar a nuestro alrededor. Están esperando nuestra carroña, pero se van a hacer viejos esperando, pues a éste que está aquí todavía le queda mucho por hacer, por hablar, por decir sin tapujos, con corrección pero sin lamer traseros de nadie.
La guadaña todavía está herrumbrosa y así se va a quedar por mucho tiempo, pues no será mi cuello el que cortará. La armadura de este verdadero Caballero Templario resiste lo que le echen, aunque sean todas las falsedades del mundo.
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que mal rollo me ha dado este articulo, de verdad
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